Frozen y la nueva animación
· Frozen y la nueva animación | Detrás de este mundo helado, de paisajes inmaculados, de trajes coloridos, de banderas y muebles impregnadas de ornamentos noruegos están años de trabajo y estudio.
En estos últimos años, Disney ha resurgido de sus cenizas con cada película estrenada. John Lasseter, movido por las historias de Disney que de joven le llevaron a estudiar en la escuela Cal Arts, y viendo que su fuente de inspiración estaba perdiendo espectadores, asumió la dirección creativa del estudio en 2007.
En 2010, Tarantino afirmó que una de sus películas favoritas de ese año era Enredados (Nathan Greno y Byron Howard, 2010), filme que inició esta nueva etapa del clásico estudio de animación. Después vendrían cintas como ¡Rompe Ralph! (Rich Moore, 2012) o Big Hero 6 (Don Hall y Chris Williams, 2014), la primera sobre el mundo del videojuego y la segunda sobre robótica, inspirada en el manga japonés. Estas películas suponen no solo la ruptura del cuento clásico propio de Disney, sino que trasladan a la cultura popular y al gran público sectores considerados de minorías.
Frozen. El reino del hielo (Chris Buck y Jennifer Lee, 2013), a pesar de partir del clásico cuento de Hans Christian Andersen, La Reina de las Nieves, cuenta también con novedades, tanto narrativas como técnicas, que no se habían visto anteriormente en la factoría Disney. El más evidente, existen dos protagonistas: Elsa y Anna, que son princesas y son hermanas. El príncipe azul no está sujeto al estereotipo clásico de hombre encantador que salva a la princesa y el tema principal no es la lucha del bien contra el mal, sino el sacrificio que lleva el amor en la familia.
Esto, entre otras cosas, ha supuesto que niñas de todo el mundo hayan podido elegir entre dos princesas, quién de los dos personajes les gusta más. Esto se traduce en tres años de compras navideñas, de Halloween y de cumpleaños; no solo de merchandising y disfraces de la película, también en fiestas temáticas, peinados e incluso el mundo de la repostería (una pastelería del barrio neoyorquino de Tribeca aseguraba que nunca había vendido tantas tartas temáticas como de Frozen). Firmas de moda como Elie Saab o la marca de trajes de novia Alfred Angelo se han inspirado directamente en el atuendo del personaje de Elsa.
Detrás de este mundo helado, de paisajes inmaculados, de trajes coloridos, de banderas y muebles impregnadas de ornamentos noruegos están años de trabajo y estudio. El director de arte Michael Giaimo contó con el talento de la diseñadora Jean Gillmore, quien había trabajado en diseño de personajes durante diez años. Esta película supuso un reto, pues como ella misma explica: «Con la animación CG (animación generada por ordenador) todos los trajes que se construyen y son manipulados por ordenador tienen que tener una cierta lógica, tienen que parecer reales; de lo contrario se convierten en una distracción para la actuación del personaje virtual. Si no se diseñan adecuadamente las texturas y la animación, las prendas tienen una calidad plástica, como hecho de caucho o plástico, e incluso a veces del mismo material que el personaje. Esto no es aceptable para el ojo y cerebro humano, ya que se produce una desconexión».
Su gusto por la historia del traje e indumentaria étnica llevaron a la diseñadora a un estudio y trabajo que empezó con un viaje de equipo a Noruega. Allí recogieron material sobre la arquitectura del norte de Europa, fotos, recortes y piezas de telas tradicionales escandinavas e información sobre indumentaria tradicional y el rosemaling (técnica de pintura decorativa propia de zonas rurales de Noruega que se dio durante finales del siglo XVIII y principios del XIX. Consiste principalmente en el dibujo de flores y plantas y se utiliza en muebles, objetos y bordados de trajes populares). Este proceso fue el origen del estilo de Arendelle, el pequeño reino en el que se desarrolla la historia, que es congelado por Elsa. Las habitaciones de ambas hermanas, paredes, suelos, estandartes de palacio, muebles, puertas y demás objetos como joyas, vajillas, uniformes y capas están decorados con motivos florales de la cultura noruega, principalmente con la flor del azafrán, flor que eligió el equipo como escudo del reino por ser símbolo de renacimiento y de la primavera.
Si en Enredados se desarrolló un software especial que animaba pelo a pelo la gran cabellera de Rapunzel, en esta ocasión, para Frozen un programa diseñó más de mil copos de nieve y diversos materiales que se ajustaran al nivel de detalle exigido por las distintas telas como terciopelo, gamuza, lino, lana y bordados e incluso lentejuelas y cuentas. Gillmore se inspiró en trajes típicos de la Noruega del XIX junto con siluetas de trajes populares de la Europa occidental. A esto le añadió unos tintes fantásticos.
El vestuario de las dos princesas fue un bonito y arduo trabajo de un equipo liderado por Gillmore y Giaimo.
Éste realizó un estudio de la figura de Anna, un personaje que tiene en su personalidad su punto fuerte, ya que, al contrario de su hermana, no tiene poderes sobrenaturales. Para remarcar su condición de princesa se utilizaron colores brillantes y telas elegantes para el traje de viaje como el terciopelo. Así, la capa es de un color magenta y su falda azul está decorada con los motivos florales propios de la técnica del rosemaling. Para dar equilibrio al personaje y que contrastara bien con los paisajes nevados se utilizó el negro para las botas y el chaleco, también decorado con el patrón floral.
En las escenas en las que Anna es una niña, se utilizaron tonos verdes campestres, como el verde olivo, y amarillos, color del sol, para remarcar el carácter alegre y natural de la chica. Esto ocurre también en la escena de la coronación; sin embargo, cuando ha de salir de viaje, sus colores cambian y acompañan al proceso de maduración del personaje.
Elsa es una figura reprimida y miedosa. Desde niña, el color que predomina, tanto en su habitación como en su vestuario, es el azul y los tonos fríos. El personaje de Elsa fue el que más trabajo llevó, no solo por los miles de cristales que forman su traje de hielo, sino porque en un primer boceto del guion era la malvada. Alguien del estudio propuso el lazo fraternal entre ambas princesas y a partir de ahí se desarrolló un nuevo giro de guion y, con ello, un estilo diferente en su atuendo. Otro aspecto que llevó a un trabajo más exhaustivo del personaje es que en un principio se basaron en ropajes del siglo XVII, pero finalmente se decantaron por ambientar la historia alrededor del año 1840, por lo que el cambio de vestuario afectó de manera considerable.
Desde niñas vemos el contraste de colores en la vestimenta de las dos princesas. Una vez que se hacen adultas, a esa diferencia de color se añade una diferencia de formas, siendo el vestuario de Elsa más recatado, sin dejar nada de su cuerpo a la vista.
Otra de las peculiaridades de Frozen es que el personaje masculino fue el más costoso a la hora de diseñar su vestuario, lo que no suele ocurrir ya que el personaje femenino es el que más trabajo de dibujo y movimientos suele llevar. Para los ropajes de Kristoff, el hombre solitario y vendedor de hielo, se utilizaron telas más toscas y duras que contrastan con las pulidas y delicadas prendas del conjunto de viaje de Anna. Para elaborar el vestuario del joven se inspiraron directamente en el traje del pueblo lapón teniendo en cuenta su aspecto desaliñado, su oficio y su personalidad de hombre solitario dando, de este modo, un aspecto bonachón y amable al personaje.
Al estudio de las telas, estampados y técnicas decorativas se une el paisaje nevado de Arendelle. Giaimo tenía muy claro la paleta de colores que quería, partiendo del blanco inmaculado. Tomando de referencia las dunas de Lawrence de Arabia (David Lean, 1962) y los bosques de la película La Bella Durmiente (Cyde Geronimi, 1959) de Disney, y utilizando naranjas, magentas para los atardeceres y azules para la animación del hielo y la nieve se fue creando un mundo que acompañaba a la perfección esos vestidos coloridos propios de la tradición del norte de Europa. Lasseter insistió en viajar con un equipo a un hotel situado en Canadá en el que era todo de hielo. A partir de esa estructura se realizó un estudio de luces y de reflejos que servirían para el diseño del palacio de cristal de Elsa.
La historia del filme, la técnica y las nuevas tecnologías han hecho de Frozen una película de animación en la que el tratamiento de telas y el diseño de su vestuario haya tenido su propio departamento y no integrado dentro del diseño de personajes, como viene siendo habitual en este tipo de cintas. Documentación, estudio de telas, tejidos, tradición popular, artes decorativas y nuevas tecnologías se unen en esta película para vestir a sus personajes de la manera más real, más acorde a su personalidad y más bella posible.
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