· Star Wars vestuario | Lucas conoce la obra de Kurosawa y queda fascinado por las historias, la filosofía y la estética de películas como Los siete samuráis (1954) o La fortaleza escondida (1958).
No sé si la fiebre, la veneración y la locura en torno a la saga de Star Wars (1977 – 2015) está justificada o no, pero que es un proyecto único sin precedentes en la historia del cine, no hay duda. No es que sean películas que hayan envejecido bien y que son bien recibidas por nuevas generaciones, es que la ficción lleva viva casi 40 años a través de sus seis entregas. Los hijos de aquellos que, a finales de los setenta, fueron a ver a Luke Skywalker a la gran pantalla, también son parte de esa historia. La historia, al fin y al cabo, de una familia.
En 1977, un joven nacido en California, George Lucas, estrenaba una película que chocaba con la nueva ola que, desde los años 60, había irrumpido en Hollywood. Una épica historia, con un joven héroe debatiéndose entre el bien y el mal, naves espaciales, extraños seres y galaxias lejanas. Se convirtió en un éxito de masas. Sus personajes empezaron a ser venerados en diferentes rincones del mundo y, lo más sorprendente, el villano de la película se convirtió en leyenda. Se instauró un nuevo estilo, el estilo de La Guerra de las Galaxias.
La moda se ha sumado a esa estética a lo largo de estas tres décadas. En los últimos años, hemos podido ver en las pasarelas trajes de la mano de las hermanas Mulleavey de Rodarte, Rick Owens o Rei Kawakubo, fundadora de la firma japonesa Comme des Garçons. Incluso la firma Alexander McQueen en 2013 se atrevió con una colección que recuerda a los trajes de la Reina Amidala.
El hilo conductor, a lo largo de todos estos años, de este entramado de telas y tejidos interplanetarios proviene, principalmente, de Lucas. Como dice Trisha Biggar, diseñadora del vestuario de los tres primeros episodios de la saga: “George tomó una parte muy activa en todo el proceso. De forma regular convocaba reuniones para discutir todos los aspectos relativos a los tejidos, los colores y las formas”. Algo que corrobora Iain McCaig, artista conceptual de la película: “En realidad George es el definitivo diseñador de ropa. Se quedó con lo que quería y nos guió hacia donde él quería llegar”.

Una de las principales fuentes de inspiración de Lucas fue Akira Kurosawa, Japón y sus samuráis. Gracias a John Milius, guionista de películas como Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979) o Conan, el bárbaro (J. Milius, 1982), Lucas conoce la obra del director japonés y queda fascinado por las historias, la filosofía y la estética de películas como Los siete samuráis (1954) o La fortaleza escondida (1958), ambas de Kurosawa.
El vestuario de Star Wars
Desde el comienzo de los años 70, el director californiano ya tenía muy claro el estilo de sus personajes, cómo quería vestirlos y qué efecto quería que tuvieran sobre el espectador. Todo empieza con el Jidaigeki, género cinematográfico que denomina a aquellas películas japonesas en las que la acción se desarrolla dentro de un marco histórico. Dentro de estas, se encuentran las películas de samuráis que tanto admiraba Lucas. De esta palabra surge el término Jedi, los personajes clave de la saga que llegarían a ser la fascinación de personas de todos los rincones del mundo.
Estos caballeros no solo le deben su nombre a la influencia japonesa, también su vestuario, su filosofía y el control de sí mismos mediante la meditación y el respeto. Las ropas de los Jedi, sobre todo las de sus aprendices Padawan, recuerdan a los kimonos japoneses. El joven Anakin Skywalker (Hayden Christensen) pasa de esclavo a estar bajo las enseñanzas de Obi Wan Kenobi (Ewan McGregor), y Luke Skywalker (Mark Hamill) de granjero a Jedi. Ambos, al acercarse el fin de su entrenamiento, llevan un chaleco negro similar a un kataginu japonés, prenda que los samuráis solían ponerse encima de unos pantalones anchos de siete pliegues llamado hamaka.
Estos personajes suponen el aglutinante de todas las películas. Para mantener una unidad, Biggar visitó los archivos de Lucasfilms, donde pudo analizar y estudiar los antiguos trajes. En las tres últimas películas se mejoraron los tejidos y optaron por una fina lana o el lino, lo que permitían un mejor movimiento en las escenas de lucha.

La grandeza de la República y la sombría atmósfera del Imperio quedan muy bien reflejados en las ropas que llevan madre e hija: los lujosos adornos de Padmé (Natalie Portman) y la sencillez de Leia (Carrie Fisher). La riqueza de colores, formas y tejidos en el vestuario de Amidala es fruto de distintas culturas del mundo como la japonesa, china, africana, europea o mongola. El deseo de Lucas de crear un estilo propio de la saga hizo que cada vez que Natalie Portman apareciera en pantalla, fuera con un vestido diferente.
Uno de sus trajes más espectaculares es el del Salón del Trono, con detalles como las luces en los bajos de la falda. Se tardó en confeccionar casi ocho semanas. Una estructura interior de lona es la encargada de mantener la forma acampanada del traje, que recuerda a la vestimenta de la China Imperial. A esta capa se le suman varias más, cuya función es la de sostener las pesadas bombillas. En un principio, la idea era confeccionar este traje en terciopelo, pero el trabajo de fotografía e iluminación obligó a utilizar la seda.
No fue fácil llenar el armario de Amidala: debían colgar prendas muy dispares. El traje de combate que lleva Portman en Star Wars. Episodio I: La amenaza fantasma (George Lucas, 1999) se elaboró con seda de gusanos de la India, dibujando una malla.
Al igual que ocurría con Anakin y Luke y el color negro, en la vestimenta de Padmé y Leia se crea con el blanco, seña de identidad de la realeza. Ambas lucen varios trajes con esas tonalidades como, por ejemplo, los ceremoniales. Las dos tienen que condecorar a los héroes y para la ocasión se enfundan un lujoso y elaborado traje con detalles de cristal en la frente o un cinturón de plata en el caso de Leia. El blanco vuelve a aparecer en los conjuntos de pantalones y botas que llevan Padmé en el Episodio II y Leia en el Episodio V, siendo las botas muy similares, en tonos grises y blancos, con cintas horizontales.
Como una estrella de rock, el malvado de la película se alzó entre las masas. Darth Vader era la cabeza visible de Star Wars para cualquier acto público. Nadie esperaba que fuera el villano el que se convertiría en mito. Al multiplicarse los eventos promocionales, los responsables de marketing de la distribuidora recibieron del departamento de vestuario de Lucasfilms instrucciones precisas para que los figurantes portasen el atuendo de Lord Vader de la forma adecuada.
Para su vestuario fue necesario el trabajo de Ralph McQuarrie, John Mollo, diseñador de los tres últimos episodios, y Ron Beck. El primero elaboró una serie de conceptos bajo las instrucciones de Lucas: “George me describió a Darth Vader como un ser alto y siniestro (…), con una túnica negra, un casco parecido al de los samuráis y la cara tapada con tela negra”. McQuarrie se dio cuenta que, en el guion, el personaje salía al espacio por la brecha que abren en la nave de Leia. “Le pregunté a George si tenía pensado que Vader llevase un traje espacial o algún mecanismo para respirar. Me dijo que le parecía bien y diseñé la máscara con ese aire caído, como de perro fiero, y con rendijas que semejaban dientes”. Nadie pensó que ese ajuste técnico daría lugar a la famosa respiración imitada por los espectadores años después del estreno.
Para las legiones imperiales, el director sí tenía en mente a los soldados nazis. Sin embargo, a pesar de su similitud y de la idea posterior de los diseñadores, Lucas no pensó en ningún momento en el casco alemán para la máscara de Vader. Los cascos de los samuráis fueron la principal inspiración.
John Mollo, experto en indumentaria militar, trabajó mano a mano con el diseñador Ron Beck y se basaron en los bocetos de McQuarrie para el traje del antagonista. Se recorrieron numerosas tiendas de disfraces con una Polaroid. Finalmente escogieron un mono de motorista, un casco nazi, una máscara de gas y una túnica de monje medieval. Con estas premisas, y bajo las órdenes de Lucas, se elaboró el uniforme que se ve en la pantalla. Sus diseñadores eran conscientes del calor que podía producir al actor que lo llevase y decidieron hacer un mecanismo que permitiera ponerse y quitarse piezas con facilidad.
Lucas ha creado moda dentro y fuera de la pantalla. Una moda que se une al cine en una perfecta combinación, que ha perdurado durante 40 años y mantiene su magnetismo. Todo nació en una sala de cine donde un joven aprendiz californiano quedaba fascinado ante el genio que percibía en las películas del magistral Akira Kurosawa. Un maestro al que entregaría con satisfacción singular el merecido Oscar de Honor en 1990. Por aquel entonces, aún no conocíamos ni la mitad de la historia de los Skywalker.
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