Dar-Dar

Dar-Dar: Alma

· Dar-Dar es deudora del cine expresionista y en ella se reconoce la huella de El gabinete del Doctor Caligari (1920) o de Nosferatu (1922).

El cine recurre con asiduidad a esa demarcación un tan­to folklórica de la que afloran relatos sobre mitos y le­yendas. El País Vasco atesora una amplia cartografía te­mática que es revisada por cineastas que recrean ese ha­lo misterioso que contienen muchas de esas invenciones populares.

Paul Urkijo frecuenta un cine que se alimenta de ese mun­do fantasmagórico y de terror. En su primer largo­me­traje, Errementeri-El herrero y el diablo (2017), se acer­ca a una leyenda de Patxi Errementeria y ahora, en su último corto Dar-Dar (2020), bucea en la fábula de un demonio que se alimenta de dedos.

Desde Jugando con la muerte (2010), Monsters (2012) o El bosque negro (2013), su obra mantiene una línea as­cendente que se identifica con un corpus visual muy cui­dado.

Dar-Dar es deudora del cine expresionista y en ella se reconoce la huella de El gabinete del Doctor Caligari (1920), de Robert Wiene, o de Nosferatu (1922), de Friedrich Wilhem Murnau. El cineasta vitoriano es­carba en la tradición vasca y descubre en una historia de terror una de tantas gestas que han sedimentado en su mitología.

Filmada en blanco y negro, Gorka Gómez define lumínicamente ese entorno lúgubre donde se desarrollan los hechos. El sonido y la música adquieren una notable in­cidencia y en ambos Iosu González hace un alarde ar­tís­tico que potencia una estética excelente.

Con todo, Paul Urkijo consigue transmitir el miedo y la angustia en una película ciertamente virtuosa, dura e in­quietante sobre el demonio que robaba el alma.