Ya no duermo

Ya no duermo: Magia

· Ya no duermo desvela la construcción de un persona­je para participar en un sueño largamente deseado.

Marina Palacio es una artista multidisciplinar que im­prime su talento de igual manera en las bellas artes que en las artes audiovisuales. El cine es el epicentro de su último cortometraje, Ya no duermo, que se adentra en la relación que mantienen un niño de 12 años y su tío, quienes en sus esporádicos encuentros comparten la ilu­sión del adulto de hacer una película de vampiros. La cin­ta forma parte de la última promoción de la Escuela de Cine Elías Querejeta y ha sido seleccionada para el nue­vo catálogo de Kimuak. Se mueve entre realidad y fic­ción, no en vano, los protagonistas Jesús Palacio (pa­dre de la directora) y Manuel Burgueño (primo) no son actores profesionales y en algunos momentos actúan como viven realmente.

Ya no duermo desvela la construcción de un persona­je para participar en un sueño largamente deseado, ese pre­ludio creativo que la cineasta donostiarra descubre con una envoltura artística de calado. La pericia de la jo­ven Marina, responsable también de la belleza que trans­fiere el tratamiento lumínico, favorece una estética que se aprecia, por ejemplo, en el plano general sobre la lla­nura o en los sugestivos momentos del proceso iniciático actoral de un estupendo Miguel Burgueño.

La película también es metacine que escarba en la in­certidumbre de la creación y crece en la ejecución de pre­cisos y preciosos fundidos que encadenan instantes que se oponen: el niño frente al espejo y su tío recibiendo del cristal la imagen de la insatisfacción.

En suma, Marina Palacio explora una curiosa relación entre dos personas que comparten la magia y el uni­verso íntimo del cine, dos sensibilidades y edades di­ferentes que, en última instancia, escenifican un acto de gratitud al cinematógrafo y a los sueños que éste trans­mite.