2 otoños, 3 inviernos

2 otoños, 3 inviernos: Re-nouvelle Vague

Arman, de 33 años, es un joven adulto infantilizado, amable, simpático, bohemio, desaliñado, que decide que he de tomar las riendas de su vida. El sábado siguiente va a correr al parque y choca con Amelie, de 27 años, que corre en dirección contraria. Arman queda prendado de la joven y vuelve al parque cada sábado, pero no la vuelve a ver. Entonces el destino, que es bromista, vuelve a cruzar sus caminos.

Sebastien Betbeder es uno de los cineastas franceses a los que la revista Les Cahiers du Cinéma adora y considera representante de una nueva «Nouvelle Vague». Le acompaña Vincent Macaigne, actor fetiche de este grupo. 2 otoños, 3 inviernos es una película especial. Por lo que se refiere a la historia, no hay novedad; se trata de una comedia romántica de corte clásico, pero, en lo que se refiere a la forma, es innovadora hasta llegar al narcisismo.

La «Nouvelle Vague» favorecía los relatos en los que el destino conducía a los protagonistas al desastre. En este caso, el autor opta deliberadamente por lo contrario. La historia es narrada por los mismos protagonistas Arman, Amelie y algunos más que se dirigen a la cámara o que hablan, en off, cuando se les ocurre intervenir, sin avisar. La voz natural confiere a la historia un descarado aire de documental. La narrativa habría resultado caótica, pero está organizada por capítulos que se anuncian, con resonancias de Godard. A lo largo de la exposición hablan del sentido de la vida, el amor y la muerte, con tono informal, pero con toda seriedad. Además, hay decididos homenajes a Robert Bresson, Alain Tanner y a otros directores y concluye con una exposición de cuadros y fotografías de Edward Munch.

Una experiencia original, culta y manierista, pero sin duda atractiva. Betbeder utiliza el formato cuadrado y alterna el 16 mm con grano grueso con el formato HD para insistir en el estilo antiguo que tanto venera.