A fuego lento

A fuego lento: Consumo rápido

· Crítica de A fuego lento | Estreno 22 de diciembre de 2023.
· La historia está realizada para el disfrute estético y, tal vez, transmitir algo más sobre la vida, el amor y la muerte. Pero en este capítulo, las cosas no están tan logradas.

Dodin Bouffant es un gourmet de ficción, protagonista de una novela escrita por un reconocido epicúreo en 1920. El director vietnamita Tran Anh Hung (El olor de la papaya verde, Tokio Blues) ha elegido esa historia para componer un precioso y preciosista cuadro, ambientado en 1885.

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En su casa de campo Dodin Bouffant vive y cocina para sus selectas amistades. Se trata de un hombre de mediana edad, acomodado y feliz: desde hace 20 años vive y cocina con él la sin par Eugenie. Una cocinera tan genial y dedicada a la búsqueda de la felicidad (gastronómica) como el propio Dodin. La historia -inexistente- consta de maravillosas secuencias en las que Eugenie prepara platos exquisitos, primorosamente presentados. Hay pocas palabras y muchas sonrisas de aprobación y satisfacción. Dos anécdotas interrumpen el monótono transcurrir de los días de cocina: la llegada de una aprendiz, un desmayo, la declaración de amor de Dodin a su cocinera.

Película pausada, realizada para el disfrute estético y, tal vez, transmitir algo más sobre la vida, el amor y la muerte. Pero en este capítulo, las cosas no están tan logradas. La realización es impecable: colores, texturas, ritmo, elegancia, pasión. La preparación de cada plato es una delicia (sin juegos de palabras). Las sonrisas de Juliette Binoche y los discursos de Dodin (Benoit Magimel) son perfectos. La iluminación, los sonidos naturales de la cocina, los movimientos de cada pinche han sido orquestados a la perfección.

Pero esta película sabe (tampoco es un chiste) a poco: las grandes películas de cocina -pensemos en El festín de Babette– trascienden el concepto de sabor y alimentación. Esta pasión de Dodin Bouffant se queda en la pura materialidad de preparar un plato y consumirlo. Y por ello una realización impecable nos deja admirados y fríos (salvando una secuencia, cuando Dodin cocina para Eugenie).

Película bella donde las haya, admirablemente ejecutada, pero le falta un punto para ser realmente grande.