Air doll

Con su último largometraje el cineasta japonés Hirokazu Kore-eda logra su película más hermosa y regresa a algunos de los temas recurrentes que ya tratara en After life o Nadie sabe

Air Doll (2009)

Air doll: Sin aliento

Air doll:  Con su último largometraje el cineasta japonés Hirokazu Kore-eda logra su película más hermosa y regresa a algunos de los temas recurrentes que ya tratara en After life o Nadie sabe. 

Los dos últimos largometrajes del director japonés Hirokazu Kore-eda estrenados en España –Hana y Still walking– dan al espectador una idea un tanto desviada de las inquietudes estéticas del cineasta. Con Air doll, Kore-eda (Tokio, 1962) rescata su estilo pausado y su talante templado en un ejercicio de sublime elegancia plástica y tristeza infinita.

El despertar a la vida de una muñeca hinchable, Nozomi -destinada desde su creación a la satisfacción del deseo sexual masculino-, sirve de excusa para presentar un relato sobre la soledad, la incomunicación y el vacío existencial. Irónicamente, Nozomi desplegará muchas más emociones e interés por la vida que aquellos que entran en el marco de la normalidad, excusa que sirve a Kore-eda para transformar la extrañeza en certeza, el desgarramiento en poesía y la crueldad en belleza.

Basado en un manga de veinte páginas firmado por Yoshiie Gouda, Air doll supone además la segunda adaptación de una historia ajena por parte del director después de Maboroshi. Con todo, la película se muestra afín con el núcleo esencial de la filmografía de Kore-eda, en la que la reiteración, la pausa, el silencio y el minimalismo inundan la pantalla con una infinidad de tonalidades diferentes y excitantes. Con títulos como After life o Nadie sabe, Air doll comparte la preocupación por el fuerte sentimiento de nostalgia que arrastra a los personajes, así como por la constante sensación de abandono.

Es precisamente en el desarrollo de sus personajes donde Kore-eda despliega su ingenio como guionista. A partir de las pinceladas que va sugiriendo de cada uno de los vecinos del barrio en el que transcurre Air doll, se va construyendo un mosaico de vivencias variopintas aunadas por las ideas de perversión y de sustitución. Dos modelos de comportamiento complementarios e hirientes, encarnados por un soberbio elenco actoral en el que destaca indudablemente la actriz coreana Doona Bae.

Conocida principalmente por sus dos colaboraciones con el cineasta Bong Joon-ho en Barking dogs never bite y The host, y por su papel en Sympathy for Mr. Vengeance del también coreano Park Chan-wook, su arrolladora presencia ante la cámara nos remite en cierta medida a los espectaculares encuadres con los que Wong Kar-wai retratara a Maggie Cheung en Deseando amar. De hecho, uno de los directores de fotografía de dicho film, Mark Ping-Bing Lee, será el responsable de plasmar con la imagen y el encuadre el amplio abanico de emociones que despliega Hiro­ka­zu Kore-eda en su cui­dado guión.

En la que es sin duda su mejor obra en el plano técnico, el cineasta añade otra nueva incorporación: la del proyecto musical World’s End Girlfriend, responsable de la vibrante banda sonora de Air doll. Con una música siempre presente, profundamente triste, alegre, a la par que nostálgica, las notas musicales inciden en esa sensación de reiteración y monotonía que Kore-eda se empeña en diseminar en el metraje en su intento por expresar con la imagen lo que las palabras no pueden abarcar.

Con ello no queremos decir que las voces sean fútiles al expresarse. Los diálogos despliegan una sublime utilización del japonés, en el que las fórmulas de despedida y bienvenida -intraducibles en lengua castellana- proporcionan alguno de los momentos de mayor emotividad del film. Lamenta­blemente, estas sutiles incursiones idiomáticas se pierden en la traducción, aunque no mermen la narración global.

A través de la palabra, de la imagen, del desnudo, de la crudeza, de la música y del gesto, Air doll plantea una reflexión sobre la vida, sobre su sentido, sobre su vacuidad y sobre la pérdida. Hirokazu Kore-eda presenta una película en la que el aire se convierte en motor de vida, en la que cada plano está insuflado con una emoción pura y en la que el espectador se queda irremisiblemente sin aliento ante la belleza de lo narrado.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Mark Ping-Bing Lee
  • Montaje: H. Kore-eda
  • Música: World’s End Girlfriend
  • País: Japón
  • Duración: 118 m.
  • Público adecuado: +18 años  (temática, sexo crudo)
  • Distribuidora: Golem
  • Estreno: 18.6.2010

Kûki ningyô, 2009

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