Alejandro Magno

Lo que se ve en esas 3 largas horas de imágenes es un sucederse de situaciones y de soluciones cinematográficas ya vistas desde las películas "de romanos"

Alejandro Magno (2004)

Alejandro Magno: Alex The Kid

No parece que ante una película que se titula Alejandro Magno -y si sólo se titula Alexander se refiere al Magnus-, personaje histórico (y mítico donde los haya), quepa distinguir -como si de departamentos estancos se tratara- lo que es la película de lo que es la biografía.

Si usted quiere otra cosa, escriba y filme algo que se titule «Oliverio Piedra» , or something like that.

Sabemos bien que estando fuera del riguroso quehacer científico, cabe la interpretación, y cabe la subjetividad más desaforada. Y cabe también la comprensiva excusa ante lagunas, por tratarse de una persona de cuya biografía se conservan escasos documentos objetivos, y además vivió y murió en el s. IV a. de J.C.

Lo que quizá no quepa es la deficiencia. La calificación escolar llamada Deficiente significa y es Suspenso. Suspenso tan culpable, habiendo tenido profesores particulares extraordinarios, es decir, millones de dólares a su servicio (su, del director Stone) con los que contratar a grandes profesionales.

Lo que se ve en esas 3 largas horas de imágenes es un sucederse de situaciones y de soluciones cinematográficas ya vistas desde las películas «de romanos», que empezó a hacer USA en los 60; o sea, muy vistas.

Tres líneas

Hay una línea narrativa no cuajada, un soporte que se va desvaneciendo, como si el guionista o el director fueran dejando de confiar en ese medio: y es el relato que de la vida del protagonista hace de modo intermitente el antes general de Alejandro y ahora anciano Ptolomeo de Egipto. Lo interpreta Anthony Hopkins, y hasta él parece ir perdiendo convicción en lo que dice; de pronto, calla y desaparece.

Cabría hablar de otra línea, que llamaríamos psicológica: Alejandro se lanza a esa conquista del mundo como «una huida hacia delante» porque no tiene hogar al que volver: su padre, el rey Filipo II de Macedonia (Kilmer) murió, y su madre, Olimpia (Angelina Jolie), quisiera dominarle. Pero para esta línea no hay texto. No podemos llegar a conocer la capacidad interpretativa de Colin Farell porque no se escribió (ni en imágenes) sobre esta faceta de su personaje.

Es evidente la tercera línea, la del peplo y la de la espada ensangrentada: batallas sin porqué. ¿Es Alejandro Magno quien conquista el mundo conocido y le da un vuelco social y cultural, o se trata de un grupo de forajidos del Oeste que roban ganado?

Fiestas folklóricas para celebrar los triunfos (son como clubs nocturnos esos interiores palaciegos en fiesta); apuntes de banquetes al uso; apuntes de orgías al uso; y mucha violencia al uso… Todo muy al uso, como está dicho. Distintas y diversas localizaciones… En los descansos del guerrero, los generales se disfrazan como de hippies; el general que interpreta Jonathan Rhys Meyers parece un travesti con contrato fijo en un pub de Babilonia. Discretísimos abrazos fraternos de Alejandro con su insinuado amante el general Hefestión (Jared Leto); un nocturno y fugaz encuentro con un ambiguo esclavo; y desmesurada y desmedida escena de Alejandro con la Rosario Dawson, que hace de Roxana, en su noche de bodas.

Luego ya nos cansamos todos (los generales, los soldados y los espectadores) de tanta y tan deshilvanada aventura, del caótico estadista, guerrero y rey Alex the Kid, y de los fílmicos pellizcos eróticos, y acabamos: se repite la primera escena de la muerte de Alejandro con una buscada espectacularidad a lo Orson Welles, y fin, ¡al fin!

Ficha Técnica

  • País: EE.UU. (Alexander, 2004)
  • Fotografía: Rodrigo Prieto
  • Montaje: Tom Nordberg, Yann Herve, Alex Márquez
  • Música: Vangelis
  • Distribuidora: TriPictures
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