Ana y el rey

Los que acudan al cine para conocer o reconocer esta hermosa historia encontrarán un lujosísimo regalo salpicado de algunos errores que sólo unas magníficas interpretaciones y una historia de enorme solidez consiguen disimular

Ana y el rey, de Andy Tennant

Ana y el rey: El rey de Siam y la fórmula 1

Películas como la recién estrenada Ana y el rey dan que pensar. Especialmente a los que gustan de la investigación comparativa de la producción cinematográfica. La labor de documentación, siempre necesaria pero también tediosa, se ve facilitada por esa estupenda herramienta de trabajo que se llama Internet. Y es que un atinado uso de los datos sobre cine que alberga la red permite rastrear la trayectoria profesional de los equipos que elaboran las películas.

Ana y el rey es la tercera versión cinematográfica de la novela de Margaret Dolan, Ana y el Rey de Siam (ignoro la reciente película de dibujos animados). El relato sobre la estancia de una maestra británica en la Corte de Siam (actual Thailandia) dió origen a una buena película de título homónimo, dirigida por John Cromwell en 1946, con la presencia de Irene Dunne y Rex Harrison.

En 1956, y aprovechando el enorme éxito en Brodway de un musical de los célebres Rodgers y Hammerstein (los padres de Sonrisas y lágrimas), Walter Lang dirigió un drama musical titulado El rey y yo. La película obtuvo un éxito clamoroso: espectadores y críticos se rindieron ante la cinta, que cosechó 5 Oscar y 12 nominaciones (uno fue para Yul Briner por su papel de rey). Dos pesos pesados de la industria americana, el guionista Lehman (Hello Dolly, West side story, Sabrina, Con la muerte en los talones, Quién teme a Virginia Woolf) y el productor-guionista Brackett (Ninotchka, Bola de fuego, Sunset Boulevard) alumbraron una historia deliciosa y entregaron la batuta al director Walter Lang, un veterano que tenía 58 años y bastantes películas dignas a las espaldas. Deborah Kerr se encargó del resto, con su proverbial elegancia y altivez.


El productor de la recién estrenada Ana y el rey se apellida Bender y tiene en su haber películas de prestigio. El indomable Will Hunting, Pulp fiction o Reservoir dogs no son mal curriculum. Bender enroló en la tripulación, rumbo a los escenarios naturales del sudeste asiático donde se ha rodado este costoso remake, a gente muy capaz: George Fenton puso música (Fenton tiene 5 nominaciones a los Oscar y ha firmado la música de películas como Entrevista con el vampiro, El rey pescador, Ghandi, Grita libertad y es habitual colaborador de Ken Loach); Jenny Beavan vistió la historia y es una de las grandes de la moda del celuloide (Té con Mussolini, Regreso a Horwards End, Una habitación con vistas, Sentido y sensibilidad), aunque solo sea por el contraste de los trajes que envuelven los 37 años de hermosura de Miss Foster con los exóticos atuendos cortesanos.

Ana y el rey, de Andy Tennant

Caleb Deschanel (3 nominaciones a los Oscar: Elegidos para la gloria, El mejor, Volando a casa, de Ballard) fotografió tanta belleza, con el aplomo de quien ha contribuido grandemente a la mejora del recurso al sky stedycam que permite acercamientos aéreos de cámara de asombrosa belleza. Deschanel trabajó con Coppola en la fotografía de Apocalipse Now y fue el operador de cámara de Titanic. Puestos a señalar algún mérito de su trabajo en Ana y el rey, nos quedamos con las secuencias del banquete y el valls, que son para montar un master para profesionales de la fotografía. Y a este trío de virtuosos sumen a una actriz de quitar el hipo llamada Jodie Foster.

En medio de tanto alarde de exquisitez, es desconcertante la elección de Andy Tennant, un joven director de escasa experiencia y endeble bagaje (Por siempre jamás, con Drew Barrymore de Cenicienta rellenita), para llevar la batuta de una película de tan alto riesgo y mayor presupuesto. Tanta audacia en la citada elección directiva nos evoca un circense salto mortal sin manos, pero la que sigue es como salir a la pista y retirar la red: el guión viene firmado por dos tipos que vienen de poner texto -es un decir- a la penúltima de Van Damne y a la enésima entrega de Star Trek. Cabe preguntarse cómo Jodie Foster, una actriz de impagable talento, ha pasado por semejante aro.

Los que acudan al cine para conocer o reconocer esta hermosa historia encontrarán un lujosísimo regalo (las manufacturas de la gran industria de Hollywood son realmente deslumbrantes) salpicado de algunos errores (baches en la intensidad, situaciones poco creíbles, defectos de ritmo en la narración, abuso de la emotividad epidérmica, chapucero montaje, falta de sutileza para evitar la reiteración) que sólo unas magníficas interpretaciones y una historia de enorme solidez consiguen disimular. Para el recuerdo queda otro capolavoro de Jodie Foster, y la inteligente inclusión en el reparto de actores asiáticos para dar vida a los siameses.

No cabe sino desear que los múltiples y complejos condicionamientos económicos y comerciales de la industria americana del cine no sigan permitiendo que conductores del circuito USA de vespinos trucados se vean, sin solución de continuidad, sentados al volante de un Fórmula 1, dispuestos para la salida de una prueba puntuable para el Campeonato del Mundo.

Ficha Técnica

  • País: EE.UU. (Anna and the King, 1999)
  • Fotografía: Caleb Deschanel
  • Música: George Fenton
  • Distribuidora: Fox
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Reseña
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Profesor universitario de Narrativa Audiovisual, Historia del Cine y Apreciar la belleza. Escritor
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