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Apocalypse Now redux

No se debe buscar lógica en esta película, porque Apocalypse Now trata de la falta de ella. Una vez empezada la guerra la lógica se acabó, pero no sólo en la selva

Apocalypse Now Redux

Apocalypse Now redux: La balsa de los locos

Toda película tiene un tema. Una gran cuestión sobre la que pivota toda la trama: el amor, el perdón, los conflictos familiares, la soledad… ¿pero cual es el tema de Apocalypse Now? Creo que encierra muchas películas, muchas tramas que se solapan. Trata de la guerra del Vietnam, es cierto, pero también trata de otras muchas cosas: como la lucha entre lo racional y lo irracional, entre el caos y la civilización, entre el bien y el mal, entre la luz y la oscuridad. Pero es sobre todo un tratado sobre la locura («El horror», que diría Kurtz).

Es una película que narra las vicisitudes de un individuo al borde de la demencia al que le encargan ir a matar a otro loco y que durante su viaje fluvial se encuentra con personajes más locos que el que debe asesinar. Porque no hay ni rastro de cordura en tipos como el Teniente Coronel Kilgore, ese militar mitad paternalista mitad déspota interpretado por Robert Duvall, que planea sus tácticas militares en función de las olas que puede encontrar para hacer surf.

No queda ni asomo de raciocinio en los soldados que aguardan el deprimente espectáculo de las chicas Play Boy, ni algo de civilización en aquellos soldados en el último puesto militar, al borde de lo desconocido, donde nadie sabe quién está al mando y donde ha desaparecido todo rastro de moral y orden. Y a medida que penetramos en la selva se va evaporando la sensatez de los viajeros de la lancha, quizás el único que guarde algo sea Phillips, el piloto, pero en el último momento también tendrá su acto de locura.

No se debe buscar lógica en todo esto, porque Apocalypse Now redux trata de la falta de ella. Una vez empezada la guerra la lógica se acabó, pero no sólo en la selva. Cuando a uno de los soldados de la lancha le llega por correo un recorte de periódico con una foto de los asesinatos de Manson, nos remite a que también la locura ha llegado a casa y no hay salvación posible. No es ciertamente una película optimista.

El contacto con el mal es otro de los grandes temas que trata el filme. En el transcurso del largo rodaje, Coppola barajó varias ideas para el desenlace; sin embargo decidió huir de la típica batalla final para explorar el carácter moral de la historia basándose para ello en El rey pescador de la rama dorada. Es el origen de todos los mitos. Es el mito del hombre que desea suplantar a Dios. El General Corman que envía Willard a la misión le dirá: «En mitad de la selva, entre los nativos, debe ser una tentación sentirse Dios».

Apocalypse Now

La guerra según Coppola

Apocalypse Now no trata pues tanto de la guerra del Vietnam como de todas las guerras; al igual que el libro de Joseph Conrad en el que se basa, El corazón de las tinieblas, apenas tiene referencias geográficas. No es un retrato realista de la guerra, sino una visión personal. No es Platoon (1986).

Es una guerra extraña, un paraje mítico narrado con un lenguaje operístico, excesivo y brutal. Plagado de planos surrealistas donde se contraponen la civilización y la naturaleza: como el de esa vaca transportada por los aires en un helicóptero o la escena en que un tigre ataca al cocinero de la lancha. Y con esos fantasmales planos de helicópteros caídos que surgen de entre la niebla como mortecinos habitantes de un cementerio de elefantes metálicos.

Estrenada en 1979, fue rodado en Filipinas en condiciones terribles (como bien destaca en su libro Peter Cowie). La leyenda dice que entre tifones que destruyeron decorados, un Harvey Keitel que fue sustituido por Martín Sheen en el papel de Willard, al que terminó dándole un ataque al corazón. El guión es de John Milius, el guionista indicado a tenor de ser famoso por sus gustos por las armas y el surf. Marlon Brando aparece como un Kurtz descomunal que emerge siempre desde la penumbra recitando versos de La tierra baldía de T. S. Elliot y acompañado de un Dennis Hopper que hace de bufón shakesperiano.

Este montaje se estrena con dos largas secuencias añadidas. En una la lancha llega a un campamento donde se encuentran con las chicas Play Boy. Esta es una escena totalmente prescindible, que resulta un tanto ridícula, inconexa y exhibicionista. Mientras que en la segunda Willard y sus hombres llegan a una plantación francesa. Sus habitantes parecen atados en el tiempo. Se produce en ella una cena rodada con exquisitez. Es un reducto, una isla de civilización en mitad de la jungla, por lo cual hubiera tenido más sentido ofrecerla como realmente fue rodada: con los franceses finalmente ejecutados. Sin embargo, Coppola ha preferido acabarla con un apunte erótico.

A pesar de haber sido rodado en el abismo de la Era de Aquario, la película no ha envejecido. Solo rechinan un tanto algunas voces del nuevo doblaje. Impresiona en la pantalla grande. Técnicamente es espectacular. Sabes que estas viendo una película distinta nada más ver al comienzo como en el montaje de Walter Murch se confunde el sonido de los helicópteros con el ventilador del cuarto de Willard fundiéndose con la selva ardiendo en napalm, mientras Jim Morrison canta The end. La pesadilla sólo ha empezado. Luego llegará la selva. Vista desde los ojos de un alucinado Vittorio Storaro. Una selva que se va haciendo cada vez más hermosa a medida que se funde la civilización y crece la locura.

Ficha Técnica

  • País: EE.UU., 2001
  • Fotografía: Vittorio Storaro
  • Montaje: Walter Murch
  • Música: Carmine Coppola
  • Estreno en España: 20 septiembre 2002
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Reseña
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Escritor de relatos de terror y misterio, y guionista de cine y televisión. Admirador de Ford, Kurosawa, Spielberg y Hitchcock, no necesariamente en este orden
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