· No quiere etiquetarse ni que le etiqueten, porque si algo ha sufrido durante toda su vida son etiquetas y prejuicios que le han ido condicionando a cada lugar que ha ido.
· Ara Malikian: una vida entre las cuerdas | Estreno 25 de octubre de 2019.

Ara Malikian: una vida entre las cuerdas | Canto a las raíces

La aragonesa Nata Moreno estrena su primer largo como guionista y directora tras dos valiosos cortos anteriores: Le chat doré (2017) y Al’Amar (2018). Este documental de creación se acerca al músico armenio Ara Malikian, desvelando con sensiblidad y emoción contenida, con ese pudor que tan bien sienta a los relatos autobiográficos en los que se abre el alma.

El guión obvia el narrador convencional para entregar un relato en el que un coloquio bastante natural en el que participa la propia realizadora, esposa del músico, va desvelando el amor de Malikian por su familia y especialmente por sus padres a los que debe su ser como persona y como artista.

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Moreno, actriz antes que realizadora, es la directora escénica de los espectáculos de Malikian además de creadora de sus videoclips y piezas promocionales de sus campañas. Cuando la directora recibe en su domicilio de Madrid todo el material que había ido recopilando su suegro acerca de la infancia de Ara, ve que hay una historia que merece ser contada y reconocida. La historia del genocidio armenio (recordemos Ararat, de Atom Egoyan) que hizo que su familia se viera obligada a emigrar al Líbano. La historia de cómo un violín salvó la vida de su abuelo, de su padre y del propio Ara: tres generaciones entre las cuerdas. Ensayos en el sótano de su casa libanesa durante los bombardeos, un niño al que su padre alienta porque percibe el alma de artista del hijo, sí, pero ante todo porque le quiere feliz.

Moreno rueda con un equipo pequeño, con una fotografía límpida y un montaje preciso y dinámico que acelera y frena como Malikian. Llama la atención la inteligencia con que monta y mezcla el sonido, usando unos encabalgados de audio que actúan como formas de paso muy elegantes y evitan el aire a documental convencional.

Ara vivió en el Líbano desde su nacimiento (1968) hasta que marcha becado a Alemania en 1982 para mejorar su formación musical. Empieza un periplo que le llevará a vivir lejos de sus padres, pero siempre unido a ellos. Emociona e impacta la sencillez que muestra Malikian al narrar su infancia, la vida en un país que era uno de los lugares más bellos y cultos del mundo y que sufrirá una de las guerras más terribles durante veinte años. La memoria de Malikian se queda con lo bueno. Tiene alma de armenio.

Pero toda esa tranquilidad se transforma en pasión y emoción cuando coge su violín y comienza a tocar. Al ver a Ara Malikian sin conocerle, se puede pensar que es un genio y un «rockstar» del violín que va llenando estadios y auditorios. Pero su hablar pausado, su sencillez cautivan más que cualquier otra cosa. Tiene Malikian una sabiduría que él sabe que no es suya y agradece una vez y otra todo lo que ha recibido.

Malikian recuerda a un padre que le inculca la pasión y disciplina por el violín. «Tienes que ser diez veces mejor que tus compañeros del conservatorio, porque te mirarán mal«. Dispuesto a desafiar los paradigmas de la música culta y los métodos de enseñanza de violín, él tenía que expresarse de otra manera. Sus maestros no le convencían con sus explicaciones y rechazaban sus propuestas, teniendo que buscar a aquellos que le comprendían como Ivry Gitlis. Ganó muchos concursos durante toda su primera etapa profesional como el premio Pablo Sarasate en 1995 que le permite presentarse al concurso para ocupar la plaza de concertino de la Orquesta Sinfónica de Madrid. Esto le permitió conocer el mundo de la música clásica. Malikian quiere tener voz propia y se va alejando de la música culta (que ama, pero que ve atrapada en una estructura rígida). Solo quien sueña vive y hace vivir. Arriesgado y vital firma su primer contrato con Warner Music.

No quiere etiquetarse ni que le etiqueten, porque si algo ha sufrido durante toda su vida son etiquetas y prejuicios que le han ido condicionando a cada lugar que ha ido, teniendo que practicar el doble que sus compañeros músicos para tener las mismas oportunidades. Lo que vemos no es un violinista clásico ni un arreglista de temas pop y rock para violín, vemos un músico ecléctico que es capaz de tocar en sus conciertos un aria de Bach hasta un «cover» de Radiohead pasando por una pieza de Paco de Lucía, rompiendo las barreras entre la música clásica y la contemporánea.

En los créditos finales se ratifica la clave que cohesiona esta película hermosa, sincera y luminosa: el deseo de dar amor y agradecimiento a los que se lo dieron al músico y a la realizadora. La manera en que lo hace Moreno es narrativamente brillante en la primera hora del relato y quizás más convencional en el último tramo, aunque se entiende que era necesario ver a Malikian en acción en uno de sus conciertos más recordados.

Para el recuerdo, ese hijo que recuerda al padre que arreglaba televisores, las imágenes de una madre maestra que enseña la lengua armenia sin descanso porque piensa que el odio pasa y el amor permanece. Un bellísimo canto a la sangre, a las raíces, a la vida.

Víctor Rodríguez

Ficha Técnica

  • Fotografía: Telmo Iragorri
  • Montaje: N. R. Piedra
  • Música: Ara Malikian
  • Duración: 90 min.
  • Público adecuado: Todos
  • Distribuidora: Syldavia
  • España, 2019
  • Estreno: 25.10.2019
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