Arsène Lupin

Arsène Lupin: Ladrón de guante blanco

Jean-Paul Salomé (La máscara del faraón) lleva a la pantalla al personaje creado por el escritor francés Maurice Le­blanc (1864-1941) en una adaptación bastante libre de la novela La Condesa de Cagliostro, una de las protagonizadas por el hábil ladrón creado en 1904. En ella se narran las peripecias del joven Lupin, que se inicia en el latrocinio refinado siguiendo la tradición familiar. Pronto se verá involucrado en un complot para hacerse con un te­soro relacionado con María Antonieta.

Francia, España, Reino Unido e Italia participan en una coproducción costosa (23 millones de euros) que se plantea de modo atractivo, con la garra del cuidado diseño de producción de una película de época con intriga y aventuras, protagonizada por un ladrón simpático y caballeroso cuyo código le impide matar, maestro del disfraz y excelente atleta.

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Paulatinamente Arsène Lupin pierde fuelle, con intermitentes apelaciones al erotismo y la violencia que no están ni por asomo en la novela. Se trata de un fenómeno bastante común en la mayoría de las producciones europeas que abor­dan el género de la aventura histórica, generalmente diseñadas para un público joven-adulto, y casi nunca para público infantil-juvenil.

En este caso se han cuidado los aspectos for­males: ambientación, vestuario (muy trabajado el diseño de los trajes de época y esmerada la recreación de las joyas) y una decente ban­da sonora. Pero falla el guión, como ya pa­só en La máscara del faraón. Arranca con ritmo fuerte y mucha acción, pero el guionista-director sólo consigue mantener la atención del espectador durante el planteamiento y el primer tramo del desarrollo de la película. El resto del metraje pierde interés y el ritmo, que sigue siendo acelerado, no proporciona los necesarios respiros emocionales para que el espectador retorne a la acción con la suficiente convicción, esa que procede de la cercanía con los personajes.