Ártico

· Las mejores películas de supervivencia utilizan prue­bas para llevar a su personaje a algún lugar en un via­je interior: experiencia, esperanza, re­cuerdos… Penna se limita en Ártico a llevar la acción exterior, im­pasible, hasta su fin previsto.

Mads Mikkelsen esta escarbando en la nieve, un pla­no cenital muestra que dibuja un enorme SOS, por si una aeronave pasara por allí. Ártico es una historia de su­pervivencia, un hombre solo ante la adversidad. La pe­lícula dedica una buena parte de su metraje a mostrar las rutinas de Mikkelsen: vive en los restos de un avión, mantiene una línea de pesca, envía un mensaje de radio cada mañana, calcula la distancia y el modo de llegar a la estación habitada más cercana… Un día aparece un helicóptero de rescate, pero unas fuertes ráfagas de viento hacen fracasar la empresa. La necesidad de sa­lir de ahí se hace urgente.

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Primer largometraje de Joe Penna, quien se ha labra­do una buena reputación con unos cortometrajes en You­tube bastante buenos, cuya buena factura al final las­tra esta historia. Si bien se trata de una película de gé­nero bastante apañada, le falta entidad. En primer lu­gar, no sabemos nada de este hombre que, por otra par­te, parece muy capaz de apañárselas solo. Hay que re­conocer que la elección del actor es perfecta, da gusto ver a Mikkelsen desenvolverse en el frío norte: cada pe­que­ña acción, capturar una trucha por ejemplo, adquie­re connotaciones épicas, pero no hay tensión. El pa­norama es bello -la película está filmada en Islandia-, pe­ro resulta plano hasta que bruscamente la película da un giro de ciento ochenta grados: el protagonista deja de parecer invulnerable, pero los guionistas se exceden al acumular desgracias sobre él.

Las mejores películas de supervivencia utilizan esas prue­bas para llevar a su personaje a algún lugar en un via­je interior: experiencia, arrepentimiento, esperanza, re­cuerdos… Penna se limita a llevar la acción exterior, im­pasible, hasta su fin previsto. El realizador ha estudiado The Revenant y su protagonista puede emular al de Iñárritu, pero le falta alma, algo que dé sentido a sus acciones. Imita sus cortometrajes que consisten en lle­var una situación al extremo, del punto A al punto B. Ol­vida que en una historia de verdad los protagonistas son seres de carne y hueso, con alma, con algo que decir al espectador.