Bird

Bailey solo tiene 12 años, pero su vida ya tiene demasiadas complicaciones. Vive con su joven e impulsivo padre soltero y su hermano Hunter en una casa ocupada en el norte de Kent. Sin apoyo familiar ni educativo, tiene que iniciar un proceso de madurez y pubertad en el que será esencial la aparición de un joven enigmático llamado Bird.

A sus 63 años, la británica Andrea Arnold ha dado en el clavo en su quinta película, que compitió en la sección oficial del último Festival de Cannes. Esta cineasta ya había realizado dramas sociales sobre personajes desamparados (American Honey, Fish Tank), pero no había llegado a la profundidad y sutileza de su última película. Con un casting internacional en el que hay algunos actores jóvenes, pero reconocidos, como el irlandés Barry Keoghan (Los amos del aire, Almas en pena de Inisherin), el alemán Franz Rogowski (Ondina, Vida oculta) o el británico James Joyce Nelson (The Covenant, Condena), la primeriza Nikiya Adams sorprende por su espontánea ternura y personalidad en medio de un entorno social muy cercano a la vida salvaje.

La película tiene un tono indie que facilita al espectador entrar en la vida de unos personajes acostumbrados a las carencias materiales y afectivas, pero con un espíritu de superación y apertura que resulta sincero y conmovedor. La mirada de esta directora es luminosa pero realista, con un toque de magia que resulta coherente y liberador. Ante la falta de un hogar estable, estos personajes son conscientes de que tienen que construir ellos mismos una familia donde edificar un futuro digno. Pero después de tantos años de incertidumbre, Bailey es madura, pero demasiado desconfiada y pesimista con respecto a los demás. En ese momento aparece Bird (espléndido Franz Rogowski), un joven de pasado desconocido que transmite bondad y cercanía.

La historia encadena escenas corales y tramas entrecruzadas que muestran el grado de improvisación de los personajes ante una vida de adultos que les desborda. En ese retrato hay verdad y delicadeza, con una defensa emocionante de la naturaleza humana capaz de sobreponerse a las dificultades desde la capacidad de mirar, escuchar y perdonar a los demás. Una lección de cine y vida tan universal como accesible y necesaria.