Black Hawk derribado: El largo y cálido día «D»
Basada en hechos reales, Black Hawk derribado narra los acontecimientos ocurridos en 1993 durante la guerra civil en Somalia, cuando un grupo de Rangers penetró en un barrio de Mogadisco y los norteamericanos sufrieron el mayor castigo desde la Guerra del Vietnam. Y no hay mucho más que contar, este es el hecho único sobre el que gira toda la película.
Es un filme de acción, de hazañas bélicas sin respiro, de litros de sangre, tiros a mansalva y fisicidad sin límites; y el resultado de todo esto es… el aburrimiento. Ridley Scott trata de sacudir la trama de todo perfil personal. Apenas hay profundización en los personajes, convirtiendo a estos, no en personas sino en tipos, dejándolos en meros apoyos narrativos y desperdiciando película. Cuando Ron Howard se enfrentó a un dilema parecido al tener que narrar un hecho conocido por el público como el de Apollo XIII su visión fue la contraria a la de Scott. Lo que hizo fue acercarse a los personajes lo más posible y humanizarlos para mostrar la otra cara de un hecho histórico. Si Scott solo quería exponer cómo fueron los sucesos quizás simplemente debería haber realizado un documental. No pretendo ser duro con Ridley Scott sino exigirle mucho más, ya que en innumerables ocasiones ha demostrado su gran valía.
Uno, que desde hace años ha sentido cierta admiración por el cine de este director, se pregunta dónde está la poesía visual de su primera película, aquella guerra retratada justamente de forma contraria a está, la espléndida Los duelistas. Donde dos hombres solos se batían por un nimio motivo durante años en la Francia Napoleónica. Aún así Scott deja moteadas muestras de su calidad- ya lo dice el refrán «quien tuvo retuvo»- por ejemplo en la escena en que los soldados norteamericanos corren entre una multitud que se ríe y burla de ellos.
A mi entender, el cine histórico no debe sólo mostrar, sino recrear, quitar las partes aburridas que toda vida real tiene y unir las partes interesantes con el espeso engrudo del latido humano; o de lo contrario se convertirá en una vacía y fría chaqueta metálica. Llenarla de situaciones que hagan girar la historia enfrentando con sus logros y contrariedades al protagonista y al antagonista. Dejando que la espina dorsal de la historia crezca y salpique mientras los personajes van cobrando vida ante nuestros ojos. Creando a esos mismos personajes multidimensionales, ricos en matices que el conflicto narrativo va limando. Y no permitiendo que las puntas y valles de ritmo que toda película debe tener se convierten en una gélida, previsible y delgada línea roja, sin más giros que el de las hélices de esos Black Hawks. No sé exactamente cuándo, pero en esta película existe un momento (según el aguante de cada uno) en que el espectador desconecta al darse cuenta de que la película es solo una cosa: tiros y más tiros.
Entonces uno empieza a mirar el techo y a pensar en cosas más interesantes que los Rangers (por ejemplo, si habrá leche en la nevera al llegar a casa). Y qué decir del productor Jerry Bruckheimer, el creador de alguno de los mayores fuegos artificiales de la historia del cine como son Armagedon, La roca o Pearl Harbour. Con quien no hay que hacer muchos esfuerzos para imaginárselo en el set de rodaje tras Scott diciéndole al oído algo así como «¿por qué usar en este plano solo tres mil balas, cuando podemos utilizar cien mil?». O calculando en su despacho de Los Angeles: «si lo que más impresionó a los espectadores de Salvar al soldado Ryan fueron las escenas de desembarco, por qué no hacer una película que sea toda ella un desembarco». Y es que entre los dos han creado una inmensa máquina de triturar carne y ganar dinero, eso si una máquina estupendamente engrasada por Jerry.
Ficha Técnica
- Dirección: Ridley Scott,
- Guion: Ken Nolan,
- Intérpretes: Tom Sizemore, Josh Hartnett, Ewan McGregor, Eric Bana, William Fitchtner,
- País: EE.UU. (Black Hawk Down, 2001)
- Fotografía: Slawomir Idziak
- Música: Hans Zimmer