Black Phone

Años setenta, en una pequeña localidad de Colorado. Finney Shaw es un preadolescente tímido e inteligente que vive huyendo de las palizas de un padre violento y el acoso de los “bullies” de su colegio. Le ayuda la amistad de su hermana pequeña, Gwen. Los últimos meses han desaparecido una serie de adolescentes del pueblo. Finney será el siguiente. Despierta en un sótano insonorizado, en compañía del secuestrador. Mientras espera su destino, un teléfono averiado comienza a sonar y unas voces misteriosas le permiten ganar tiempo.

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El género de terror, y cualquier género, no tiene que agradar a todo el mundo pero, una vez dentro del mismo, hay películas malas, regulares, buenas y muy buenas. Black Phone es la primera adaptación aceptable de un relato de Joe Hill, hijo de Stephen King. Cuenta con la dirección de Scott Derrickson, que renunció a dirigir la secuela de Doctor Strange por esta película. Podría parecer una locura, pero está claro que tras dirigir la primera película del Doctor preferió trabajar con personas de carne y hueso y pocos o ningún efectos especiales. Hay que apuntar que ya había realizado una película de terror para la productora Blumhouse: Sinister.

El guion, en buena parte del director, tiene elementos autobiográficos y alusiones a temas clásicos de Stephen King, que también son abordados, algo veladamente, por su hijo. Se agradece que el tono general sea realista y busque más el suspense que el terror, y que los elementos fantásticos queden velados la mayor parte del tiempo.

No es una cinta revolucionaria, pero está llevada con buen pulso y, además del suspense, habla de la violencia en ciertos barrios y del bullying y su influencia en los jóvenes. Ethan Hawke interpreta a un magnífico villano. El joven Mason Thames (Finney) y Madeleine McGraw (Gwen) tienen un gran futuro.