Blanka: Oliver Twist en Manila

· Aunque a primera vista puede parecer un argumento sentimental y trillado, el guion sabe su­ministrar datos, dar giros sorprendentes y huir de un final consabido.

Entre el desarraigo de Oliver Twist y la esperanza de Slumdog Millionaire, de Da­nny Boyle, transita el primer largometraje del director japonés Kohki Ha­sei, cuento agridulce sobre Blan­ka, una niña de ca­rácter fuerte y vital que sobrevive sola en las calles de Manila gracias a la pica­res­ca y la limosna.

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Un día Blanka ve por el televisor de una tienda de electrodomésticos a una celebrity bastante boba que ha decidido adoptar niños de la calle, y se propone ahorrar el dinero suficiente para comprarse una mamá. Si los mayores pueden comprar niños, ¿por qué no al revés? Su vida cambia cuando conoce a Peter, un músico ciego con quien une fuerzas para con­seguir su propósito.

Así expresado, puede parecer un argumento sentimental y trillado pero lo cierto es que, siendo una his­toria emotiva y humana, sortea los excesos gracias a su sinceridad de planteamiento, unas interpre­taciones deliciosas y un guion que sabe su­mi­nistrar datos, dar giros sorprendentes y huir de un final consabido.

Hasei viajó hace doce años a Manila y quedó impactado por la pobreza de algunos de sus barrios. Allí conoció a Peter, un músi­co ciego que le sorprendió por su capacidad expresi­va y su riqueza humana, y a otros pobladores de la zo­na. Luego volvió ca­da año por Navidad para llevarles regalos y decidió hacer un corto con ellos.

Fruto de esa relación empezó a fraguar el guion de su película, pensando en Peter como personaje cen­tral, aunque le costó bastante tiempo volver a en­contrarlo por ser un músico ambulante. Conforme el guion tomaba forma, iban cobrando protagonis­mo los personajes infantiles. Buscó a Cydel Gabute­ro -una niña filipina que saltó a la fama en YouTube ha­ce un par de años por su interpretación de Céline Dion- para el papel de Blanka, y a otros niños, genuinos pícaros de las calles de Manila, dignos de El la­zarillo de Tormes. Rodar con ellos fue para el rea­li­zador un reto muy estimulante.

El tema de la película no es grato ni cómodo. El di­­­rector japonés toca una de las miserias más abyectas de las zonas pobres del planeta: el negocio de los niños con destino al primer mundo. La tran­sac­ción económica se da en dos vertientes: una dig­na, pero fruto de la injusticia del abandono, con des­tino a la adopción; y otra abominable e inhuma­na: la tra­ta de niñas huér­fanas para la prostitución. Es­­te es el marco don­de se mueve la pequeña Blan­ka. La ori­ginalidad del planteamiento de Hasei estriba en que en am­bos casos prima la necesidad o el capricho del adul­to, aun siendo casos diametralmente opues­tos. «Nadie pre­gunta a los niños qué quieren», denuncia el director.

De la semilla de esa queja brotó el argumento de la película: la voluntad de Blanka de adoptar una ma­má, que permite a su vez desarrollar otra serie de temas, como la necesidad de tener familia, de que­rer y ser querido, la pobreza infantil, la capacidad de su­pervivencia, la humanidad a pesar de to­do, etc. Al servicio de esas ideas, Hasei pone un en­foque esperanzador, el de la mirada de los niños: sin­cera, car­gada de futuro, justa, despreocupada, vi­tal. Aun en medio del barro pueden crecer los lirios, en los per­sonajes más despreciados puede brillar un deste­llo de humanidad. El uso del color de Oni­shi Takeyuki y la música casi toda intradiegéti­ca de la pa­reja Cydel Gabutero/Blanka y Peter Mi­lla­­ri/Peter, hacen el resto. La película obtuvo el pre­mio Linterna mágica en el Festival de Venecia, el de Mejor Película en el Festival de Kolkata y el de la Audiencia en el Festival de Fribourg.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Onishi Takeyuki
  • Montaje: Ben Tolentino
  • Música: Aska Matsumiya, Alberto Bof, Francis De Veyra
  • Duración: 77 min.
  • Público adecuado: +12 años
  • Distribuidora: European Dreams Factory
  • Italia, Japón, Filipinas, 2015
  • Estreno: 23.9.2016
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