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Brokeback Mountain

La historia se enmarca en los grandiosos paisajes característicos de uno de los iconos masculinos por excelencia, el vaquero de Marlboro, que es de campo, sin estudios y vive al día

Brokeback Mountain (2005), de And Lee

Brokeback Mountain: Marlboro experience

Brokeback Mountain | Dos vaqueros inician en 1963 una relación homosexual. Años después, casados y con hijos, retoman sus encuentros. La adaptación del relato publicado en 1997 por la premio Pulitzer Annie Proulx, que ha hecho el director taiwanés de 51 años Ang Lee -usando el trabajo del veterano guionista de La ultima película y Hud, y de una poco conocida guionista de TV)-, tiene una factura bastante esmerada que impregna de un tono épico e intensamente romántico una relación que tiene un romanticismo prácticamente nulo. No hay amistad (no se deduce del relato cinematográfico). Sí hay deseo, desahogo, ajuste de cuentas a nivel de la cintura. El retrato de la vida familiar de los vaqueros con sus respectivas esposas e hijos es dramáticamente efectista y con frecuencia muy poco verosímil.

Lee (Sentido y sensibilidad, La tormenta de hielo, Tigre y dragón) se esmera en la puesta en escena y en el uso del lenguaje no verbal, porque sabe que la idea extendida es que el entorno gay suele ser urbano, intelectual y desahogado económicamente hablando. Por eso, la historia se enmarca en los grandiosos paisajes característicos de uno de los iconos masculinos por excelencia, el vaquero de Marlboro, que es de campo, sin estudios y vive al día.

Presentar esta película como una gran historia romántica que parece haber reinventado el cine, y que marca un antes y un después, me resulta sorprendente; parangonarla con Doctor Zhivago, Memorias de África o Los puentes de Madison me parece sencillamente excesivo.

La bellísima fotografía de los impresionantes paisajes de Wyoming (bueno, no es Wyoming: la película se rodó en Alberta, Canadá) es del mexicano Rodrigo Prieto, habitual de González Iñárritu y del último Oliver Stone (Comandante, Alejandro Magno). La evocadora música es del argentino Gustavo Santaolalla (Diarios de motocicleta, 21 gramos , Amores perros). Aspirante a 7 Globos de Oro ganó cuatro (película en sección drama, director, canción y guión).

Ficha Técnica

  • País: EE.UU. (2005)
  • Fotografía: Rodrigo Prieto
  • Montaje: Geraldine Peroni
  • Música: Gustavo Santaolalla
  • Distribuidora: UIP
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Reseña
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Profesor universitario de Narrativa Audiovisual, Historia del Cine y Apreciar la belleza. Escritor
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