Calabria

Calabria: Pedregal ensangrentado

Y de acuerdo con lo que adelantamos en la entradilla de esta crítica, un relato seco, sobrio, terrible y desapasionado es lo que hace el italiano Francesco Munzi (Saimir y Il resto de la notte) en esta tragedia sobre la Ndrangheta calabresa, que sigue siendo un cáncer para la vida de un país donde el crimen organizado sigue sin ser derrotado en zonas muy extensas.

Lo que cuenta Calabria es tan demencial, tan brutalmente cotidiano, que te deja roto

En un minúsculo pueblo calabrés en la punta de la bota italiana, Luciano, pequeño ganadero, intenta mantenerse al margen de la vida criminal de sus dos hermanos con los que no se trata, que se dedican al tráfico de drogas y viven en el rico norte, en Milán. Cuando Leo, el hijo mayor de Luciano, se sienta atraído por la vida de sus tíos, Luciano se enfrentará a un problema que había podido esquivar hasta el momento.

De los clanes napolitanos a los calabreses, la película es igualmente tremenda. No necesita especiales maniobras, ni secuencias corografiadas de violencia a cámara lenta: lo que cuenta es tan demencial, tan brutalmente cotidiano, que te deja roto.

Los actores están muy bien y la realización se adapta perfectamente al tono que necesita el relato. Quizás sobran algunos minutos y hay un cierto desequilibrio en el relato producido por la pluralidad de protagonistas con el mismo peso.

Calabria fue una de las películas más galardonadas en los Premios David de Donatello.