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Camille Claudel 1915

Binoche recoge el guante de Dumont en la que probablemente sea la interpretación más entregada y conmovedora de su carrera

Camille Claudel 1915

Camille Claudel 1915: Juliette Claudel o Camille Binoche

Camille Claudel 1915 | Binoche recoge el guante de Dumont en la que probablemente sea la interpretación más entregada y conmovedora de su carrera 

Camille Claudel es un personaje dramático, idóneo para el celuloide. Mujer en el siglo XIX, hermana del poeta, dramaturgo y diplomático francés Paul Claudel, genial e incomprendida escultora, discípula primero, y luego musa y amante de Rodin, piedra de escándalo para su familia, orgullosa y desequilibrada.

Sin embargo sólo se ha llevado al cine en dos ocasiones: La pasión de Camille Claudel (1988), una  biografía de la escultora, dirigida por Bruno Nuytten, con Isabelle Adjani y Gérard Depardieu, centrada en su relación con Rodin y en la azarosa evolución a la que le condujo su carácter hasta su ingreso por orden familiar en el psiquiátrico de Montdevergues; y Camille Claudel 1915, de otro Bruno, Dumont, que es la antítesis. La filmación del alma torturada e inquieta de Camille durante tres días del primer año de su encierro, a la espera de la visita del hermano, único vínculo con el mundo que conoce y ama; su rechazo y su esperanza de encontrar comprensión y reconocimiento como persona, como mujer y como artista.


Dumont (La Humanidad, Hadewijch, Hors Satan) es conocido por su estilo realista, descarnado, poco complaciente, por su gusto por filmar la fealdad de la violencia extrema, por su rara costumbre de prescindir de actores profesionales en sus películas. Y ésta sigue la tónica aunque con una excepción que se llama Juliette Binoche.

Y es que en el origen del proyecto hay una coincidencia maravillosa: el interés del director por el personaje tras leer un libro sobre el primer año de asilo de Camille Claudel, y un mensaje en el contestador, en el que la gran actriz le pedía trabajar con él en alguna película. Se unían así Camille y Juliette, dos artistas con la misma edad, dos espíritus inquietos. Dumont no tenía el personaje pero tenía alguien en el que éste vivía.

Para actuar, le pidió un sacrificio que la actriz convirtió en reto: que trabajara sin maquillaje, sin guión -improvisando y siendo precisa a un tiempo-, con la única pauta de unas pocas cartas y unos informes médicos, acompañada por un peculiar elenco de secundarios formado por enfermos psíquicos auténticos. “Camille –le dijo- es una mujer que no hace nada. Es neutra. La seguimos en su nada”.

Binoche recoge el guante en la que probablemente sea la interpretación más entregada y conmovedora de su carrera. Toda una vida y todo un abanico de matices están contenidos en los gestos, en los silencios, en las palabras que solo en escasos momentos –con el médico, con el hermano- bullen en su interior y se atropellan al ser expresadas. ¡Qué escena con el barro entre las manos!

Dumont decía en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, donde su película ha participado en sección oficial, que no ha querido emitir juicios. Admira a Camille pero considera que la constancia en los historiales de sus paranoias hicieron legítimo su internamiento, aunque no su permanencia de por vida, durante treinta largos años, sobre todo cuando los médicos aconsejaron para su salud que abandonara el manicomio. Ha querido mostrar también la relación entre los dos hermanos, próximos en edad, orgullosos ambos. “La duplicidad de la naturaleza del hombre: esa capacidad de amar a la hermana y al mismo tiempo dejar que se pudra”.

Habrá a quien le resulte exasperante la película. Carece de música, las referencias biográficas están concentradas en el prólogo y el epílogo, su enfoque y su fotografía son bressonianas, ascéticas, despojadas de color. Es lenta, reiterativa, angustiosa, irritante, incluso intolerable para algunos que consideran inhumano y exhibicionista la muestra del deterioro psíquico real de las compañeras obligadas de Camille. Hay que decir que el director insiste en que ha trabajado con un médico experto en terapias basadas en el arte, que las enfermeras se han prestado a hacer el papel de monjas, y ha contado con el beneplácito de enfermos y familiares.

Es precisamente lo que pretende Dumont: llevar al espectador a la realidad del encierro de Camille, sin palabras, con gritos, dolor, aburrimiento, tiempo,  formas abismales de la enfermedad mental. Y lo consigue. Para aquellos a los que la experiencia vital no les convenza, siempre les compensará haber visto una de las mejores interpretaciones de Juliette Binoche.



Ficha Técnica

  • Fotografía: Guillaume Deffontaines
  • Montaje: Bruno Dumont, Basile Belkhiri
  • Sonido: Philippe Lecoeur
  • Distribuidora: Paco Poch Cinema
  • Público adecuado: +18 años
  • Estreno en España: 22.11.2013

Francia, 2013.

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