Oscuro, gélido y moroso retrato de un monstruo con piel de cordero (**½)
Dirección: Manuel Martín Cuenca Guión: M. Martín Cuenca, Alejandro Hernández Fotografía: Pau Esteve Birba Montaje: Lucía Palicio Intérpretes: Antonio de la Torre, Olimpia Melinte, Alfonsa Rosso, Delphine Tempels, Joaquín Núñez Duración: 116 min. Distribuidora: MOD Producciones Público adecuado: +18 años (VS)
España, 2013. Estreno en España: 11.10.2013
El hombre tranquilo
Entre los géneros periodísticos no hay ninguno que sea más subjetivo que el de la crítica. Del crítico se espera una valoración personal de la obra, ya sea una novela o un postre. Que diga cómo le sabe a él y no al vecino. La crítica tiene que escribirse desde el conocimiento y desde las vísceras.
Sirvan estas frases para anunciar que lo que vio quien escribe estas líneas en Caníbal discrepa seguramente de lo que vieron otros críticos. No compartí el semiéxtasis que dominaba a los que me acompañaban en la sala, ni fui capaz de ver la sutileza de algunos planos que otros colegas alabaron. Lo único que suscribo es que Antonio de la Torre es un gran actor. Y no he tenido que esperar a Caníbal para decirlo… pero Caníbal -una película donde está omnipresente- me lo confirma.
Pienso que el problema está en que no entré en ningún momento en la historia que me propone Martín Cuenca. En primer lugar, porque la sinopsis ya me había contado toda la película y, sabiendo ya lo que iba a ocurrir, solo me quedaba esperar que ocurriera de una vez… y tardaba todo mucho en llegar.
El ritmo moroso -contemplativo, dirán algunos- muy propio del cine de Martín Cuenca me iba expulsando de la pantalla y el tono -no frío, sino gélido- tampoco me ayudaba demasiado a involucrarme… ni los personajes, con su falta absoluta de empatía. Unos personajes que vagan por la pantalla con retorcidas visiones -también marca de la casa- pero que ni siquiera producen horror. Aunque lo que se cuenta es horrible: el día a día de un hombre que compagina una conducta aparentemente intachable con su gusto por la carne humana.
Para que todo resulte más sórdido se apunta a que la causa del desequilibrio puede ser de tipo religioso (que por cierto, abro paréntesis, se empieza a convertir en moda: si un personaje muestra un objeto religioso en la pantalla hay que desconfiar, suele ser el asesino).
En definitiva, que la hemos llevado a los Oscar, ganará premios en festivales y, por supuesto, los Goya pero a mí, qué quieren que les diga, no me ha gustado Caníbal.