Cosas que hacen que la vida valga la pena: Divorciados

En Cosas que hacen que la vida valga la pena, Hortensia (Ana Belén) trabaja en una oficina del INEM viendo cómo su vida se consume poco a poco sentada tras el mostrador, después de que su marido le abandonara por una chica más joven, a quien su único hijo considera como una segunda madre.

Jorge (Eduard Fernández) se encuentra en el paro por sus problemas con el alcohol y un síndrome maniaco-depresivo agudizado porque su mujer le dejó por un chino, que no sólo acapara la atención de su ex mujer, sino también la de su hija.

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La película está concebida como un largo monólogo infantil de los dos protagonistas, cosa a la que nos tiene acostumbrados Joaquín Oristell (Novios, Sin vergüenza) por su obsesión hacia el mundo del psicoanálisis. Ana Belén está mal, bastante perdida: la culpa es de una historia que llega a ser tan enrevesada que ni ella misma -la mismísima protagonista- parece llegar a creerse lo que está interpretando.

La película de Gómez Pereira (Todos los hombres sois iguales, El amor perjudica seriamente la salud) está pensada como un punto de luz para la gente que vive como Hortensia y Jorge, lamentándose de lo que fue su vida y de lo que podría haber sido, sin esforzarse por vivir el presente. Lástima que el intento se pierda en la fácil consecución de sexo, y olvide sentimientos tan profundos como el amor. El (pegadizo) tema central de la película interpretado por Pasión Vega resulta más afortunado en su concepción del sentimiento. José Sacristán como padre de Jorge y Rosario Pardo interpretando a la amiga de Hortensia aportan la vis cómica de una cinta muy discreta.


Cosas que hacen que la vida valga la pena

España, 2004

Ficha Técnica

Fotografía: Juan Amorós Montaje: José Salcedo Música: Binguen Mendizábal Distribuidora: Columbia

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