Cuando vuelvas a mi lado: Brillante apología del amor

Cuando vuelvas a mi lado es una maravillosa y compleja película de amores. Gracia Querejeta se ha consagrado como directora apelando al sentimiento más rico y diverso posible; en este su tercer largometraje ha urdido con sensibilidad y eficacia varias historias de amor muy diferentes. Tres hermanas se reencuentran tras la muerte de su madre, que les ha encargado en el testamento que repartan sus cenizas en tres partes: dos para quienes vivieron junto a ella en su casa y otra para su marido, que la abandonó cuando sus hijas eran aún pequeñas.

El encargo obliga a las hermanas, mujeres maduras separadas por la vida y por sus muy diferentes caracteres, a remover el pasado. Mediante diez fluidos y elegantes fundidos en rojo, recuperan momentos significativos de su infancia, que irán desentrañando el misterio que marcó a la familia: los motivos de la huída del padre. Evocador a más no poder, la magnífica fotografía, los espléndidos parajes naturales y las redondas interpretaciones nos introducen el ambiente de un pueblo costero durante la posguerra, un mundo hermoso y brillante pero opresivo. En él, el amor mal entendido puede llevar a la autodestrucción. Es el caso de la madre, cuya pasión por su marido, un emigrante cubano al que Jorge Perugorría sabe dar un convincente encanto viril y entrañable, marcará el futuro de todos los protagonistas de la película.

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Van llegando las hijas al matrimonio. La mayor crece deslumbrada por la figura del padre, que poco a poco ha ido distanciándose de su mujer. Ésta achaca la crisis matrimonial a una ficticia relación incestuosa. Su creciente neurosis eleva la tensión en la casa, dándole a la trama una fuerza psicológica que los actores soportan y alimentan con sabiduría, con carácter pero sin excesos.

En el momento álgido de la confrontación cae el velo que ocultaba el gran misterio de la familia, el de la desaparición del padre. ¿Puede el amor llevar a la locura? La armoniosa administración del ritmo narrativo permite que, junto al enigma principal, terminen también de perfilarse los demás amores que se han ido desarrollando a lo largo de la película.

Algunos de ellos, protagonizados por excelentes secundarios, resultan magistrales, inmensos en ternura y profundidad. Y, por encima de todos, sobresale el cariño que las continuas disputas de las hermanas no pueden ocultar 30 años después de los sucesos que la muerte de su madre ha despertado. Mediante fabulosos diálogos y gestos y sutiles descubrimientos, van encontrando dentro de sí mismas pistas sobre el paradero de aquello que compartieron en su infancia y que, sin saberlo, nunca perdieron.

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