Días de Santiago: Sobrevivir a los otros

Santiago (Pietro Sibille) conduce un taxi por las calles de Lima, pero sólo en apariencia: en realidad, está buscando una lógica a la que aferrarse. Aunque sus días como soldado antiterrorista terminaron, ahora debe hacer frente a la tarea de comprender el funcionamiento de una sociedad que no esperaba su regreso, y que tiene sus propios problemas. Trampas burocráticas, tensiones conyugales y entornos familiares totalmente degradados. Lo cierto es que Santiago está decidido a adaptarse a este nuevo campo de batalla, y lo va a intentar de la única manera que sabe: peleando.

El director peruano Josué Méndez se estrena en el terreno del largometraje con un trabajo muy poco convencional. El guión se aleja de los cauces habituales, y se decanta por una estructura fragmentada que recuerda a películas como Pi, de Darren Aronofsky. Lo cierto es que esta opción narrativa funciona, y los procesos mentales del personaje quedan muy bien reflejados en la pantalla. La correcta utilización del monólogo interior contribuye a clarificar aún más un conflicto interior y existencialista, proyectable además -a poco que uno piensa en ello- sobre aspectos mucho más universales de la vida humana.

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Como toda opera prima, Días de Santiago toma cosas de aquí y de allá. Así, podemos encontrar elementos que recuerdan a Traffic o Amores perros, recombinados con muy buen gusto y subyugados -y he aquí el motivo de este aplauso- por la sugerente personalidad de un director al que no conviene quitar el ojo.


Días de Santiago

Perú, 2004

Ficha Técnica

Fotografía: Juan Durán Montaje: Roberto Benavides Espino Música: Manuel Larroche Distribuidora: Alta

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