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Domicilio privado (Private)

Ganadora de la Espiga de Plata en la Seminci de Valladolid, esta película sugiere lo justo y sabe callar a tiempo

Domicilio privado

Domicilio privado (Private): Apuntes sobre la empatia

Domicilio privado (Private) | En Casa tomada se nos contaba cómo un domicilio puede sucumbir a una presencia, y cómo a sus habitantes no les queda otra que marcharse cuando el usurpador decide asestar el golpe de gracia y apropiarse definitivamente del salón. A decir verdad, la opera prima de Saverio Constanzo comparte con el relato de Cortázar algo más que el planteamiento embrionario: los personajes -una familia palestina de talante progresista y un pequeño comando del Ejército Israelí- se reducen a su mínima expresión con el fin de explorar la problemática de Oriente Medio a través de una visión analítica y fugaz, más cercana al cuento literario que al largometraje cinematográfico.

La historia es muy sencilla. Mohamed (Mohammad Bakri) vive con su familia a medio camino entre un pueblo palestino y un asentamiento judío. Una noche, los soldados israelíes irrumpen en su casa y deciden confiscarla. Firmemente inspirado por sus ideales antibelicistas, Mohamed se niega a abandonarla. Los soldados resuelven entonces dividir la propiedad: sus ocupantes serán recluidos en la planta baja, y la parte de arriba se reservará para uso exclusivamente militar. La nueva situación afectará de forma desigual a los miembros de la familia, y cada uno de ellos -constituidos en su totalidad como una brillante síntesis de la sociedad palestina- reaccionará a su manera frente a la incipiente amenaza.

Concebido de forma cíclica, este concierto de cámara agradece una escucha crítica. La acción se desarrolla casi en su totalidad en el interior de la casa, y el breve lapso de tiempo del que da cuenta la cinta -apenas unos días con sus respectivas noches- invita a la reflexión pausada acerca de las motivaciones de sus protagonistas. El solvente trabajo de todo el reparto -a destacar el Leopardo de Bronce obtenido por Bakri en la pasada edición del Festival Internacional de Locarno- contribuye a mantener la tensión a lo largo de una narración construida a base de planos cortos, en los que la cámara se limita a ofrecer la crónica desnuda (en ocasiones, muy desnuda) de unos acontecimientos marcados por el signo inequívoco de la tragedia.


Domicilio privado carece de moraleja. Como todo buen cuento, sugiere lo justo y sabe callar a tiempo. Su mayor acierto, no obstante, reside en mostrar de forma clara que el camino de la paz pasa inexorablemente -y esto es lo que no que nunca hicieron los hermanos de Casa tomada, y quizá de ahí, su huída- por un ejercicio de conocimiento entre invasores e invadidos. Definitivamente, las cosas son más sencillas cuando ocurren entre personas.

La película ganó la Espiga de Plata en la Seminci de Valladolid.


Domicilio privado (Private)

Italia, 2004

Ficha Técnica

Fotografía: Luigi Martinucci Montaje: : Francesca Calvelli Música:Alter Ego Distribuidora:Golem

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