Dune

Dune: La versión Villeneuve

· Crítica de Dune | Estreno 17 de septiembre de 2021.
· Villeneuve y el estudio Legendary han previsto al menos dos películas, apareciendo en la primera el rótulo Parte 1. Por ese motivo, parece prudente desde el punto de vista crítico valorar la película como una primera parte.

De la valía del canadiense Denis Villeneuve (Quebec, 1967) no duda prácticamente nadie que conozca su trayectoria como cineasta en la segunda década de este siglo.

Es uno de los directores con más prestigio en dramas existenciales desplegados en espacios y atmósferas muy elaborados. Su sello personal -el de un narrador inquietante e intenso que maneja el sonido y el espacio con extraordinaria pericia- se aprecia desde su primer largo, Politécnico, estrenado en 2009, que cuenta el asesinato múltiple que tuvo lugar en la Escuela Politécnica de Montreal en 1989.

Tras la tremenda Incendios -sobre el conflicto palestino-israelí-, Villeneuve encadenó tres grandes películas con las que llegó a un público muy amplio y se ganó el aprecio de la crítica: Sicario, La llegada y Blade Runner 2049. En su última película, adapta la primera parte de las seis novelas de la saga Dune escritas por el norteamericano Frank Herbert y publicadas entre 1965 y 1985.

Villeneuve y el estudio Legendary han previsto al menos dos películas, apareciendo en la primera el rótulo Parte 1. Por ese motivo, parece prudente desde el punto de vista crítico valorar la película como una primera parte.

En el año 10.000 de nuestra era, el duque Leto Atreides acepta su nombramiento como soberano del planeta Arrakis, también conocido como Dune por sus vastos desiertos de arena. En Dune hay abundancia de una sustancia llamada la especia, que otorga a los que la consumen poderes mentales y viajes interestelares que alteran la relación espacio-tiempo.

Atreides viaja a Dune con su concubina Jessica y su hijo Paul. El noble que gobernaba el planeta no está dispuesto a aceptarlo y los lugareños rebeldes están alerta para acabar con los tiranos.

La película cuenta con una puesta en escena impresionante gracias a las localizaciones en los estudios Origo de Budapest y en Jordania y a sus 160 millones de presupuesto. Los diseños de las naves, máquinas, ciudades y vestuario son excelentes, en línea con los que se usaron en la precedente película de David Lynch estrenada en 1984.

Y la película es…

Establecido el contexto, llega el momento de valorar la película. En sus dos horas y media de metraje hay mucho discurso didáctico para que el espectador comprenda los conflictos de la historia, que discurre por los senderos de la épica con ribetes místicos sobre la llegada de un mesías, un salvador al que se espera para que libere al pueblo de la opresión.

Villeneuve rueda un guion con muy pocos agarraderos empáticos; los personajes nos importan un pimiento: son piezas de un entramado que los aficionados a la novela original valoraron positivamente.

Narrativamente hablando, los adelantos oníricos que propicia el atribulado Paul Atreides son muy arriesgados. El actor Timothée Chamalet (…siempre me parece que va a sacar un frasco de colonia, mientras una voz cavernosa pronuncia la marca con acentazo uzbeco…) hace lo que puede con un personaje difícil. No son más fáciles el resto. Los tres niveles de conflicto (interno, de relación y de acción) funcionan mal y la película es, por lo general, árida, aburrida; a ratos, logra ser plúmbea. Pero es lo que tiene el desierto arrakeno…

Decíamos que estamos en una primera parte. En la segunda, la pareja Paul–Chani tendrá más recorrido y la trama se aculebrona a marchas forzadas, con giros venezolanos tipo la impotencia de Luis Alfonso por las malas artes de Adelaida del Carmen…

La segunda parte se rodará cuando los productores hagan cuentas tras la taquilla de la primera, porque 160 millones en estos tiempos de incertidumbre sobre la afluencia a salas son muchos millones. Veremos si el efecto llamada de la obra precedente, tan común en el Hollywood actual, funciona. Se trata de la novela de ciencia-ficción más vendida de la historia. Vale (conste que he vuelto a las novelas… y se me caen de las manos: empalagosas, pedantes, llenas de ínfulas y bobadas huecas).

Pero habrá que ver si los más jóvenes -los preadolescentes que son los que llenan los cines- enganchan. Pero, insisto: veremos.

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