El amigo

El amigo: Una amistad en observación

· Crítica de El amigo | Estreno 14 de marzo de 2021 en Movistar+.
· El guion lo firma Brad Ingelsby, aderezándolo de pequeños toques de humor que dan tridimensionalidad a los personajes, y que se desarrolla a base de flashbacks y flashforwards valiéndose del casi olvidado arte de la elipsis.

Este es el tipo de película que a los críticos les hace torcer el gesto. Una familia, un diagnóstico de cáncer, una mujer que se agarra a la vida, un marido que no está a la altura de las circunstancias. Un cóctel que ha sido carne de sobremesa. Durante años la tarde de las cadenas televisivas se han nutrido con este tipo de historias que han dado cierta mala fama a las TV movies. No porque fueran todas nefastas, sino por lo repetido de su argumento y la utilización en ocasiones de la brocha gorda. No es este el caso. Gabriela Cowperthwaite (1971) ha sabido encontrar el tono para adentrarse en este relato de personajes zarandeados por la vida, basado en un artículo publicado en la revista Esquire por Matthew Tingue, interpretado en la pantalla por Casey Affleck.

En principio podría pensarse que Cowperthwaite no era la mejor opción para dirigir este drama familiar producido por Ridley Scott, ya que viene del mundo del documental. Suyo es el impactante largometraje Blackfish (2013), sobre una orca asesina, y posteriormente dirigió Megan Leavey (2017), sobre una marine y su perro cuya misión es detectar explosivos en la guerra de Iraq, película basada en hechos reales. La directora estadounidense ha sabido reciclar todo su bagaje para dotar a El amigo de verosimilitud. Tiene momentos duros en los que se retrata el dolor físico y moral, pero no abusa del tremendismo, logrando embridar los acontecimientos y que no se le precipiten ni hacia el melodrama ni al nihilismo, alejándose del desasosegante territorio Haneke.

Para ello Cowperthwaite se vale de armas meramente cinematográficas. La música de Rob Simonsen no resalta el drama, más bien lo atenúa, mientras que la fotografía de Joe Anderson tiende a los tonos cálidos apartándose de la crudeza visual. El guion lo firma Brad Ingelsby, aderezándolo de pequeños toques de humor que dan tridimensionalidad a los personajes, y que se desarrolla a base de flashbacks y flashforwards valiéndose del casi olvidado arte de la elipsis. Estos saltos en el tiempo, lejos de complicar la historia, tienen sus ventajas al ponernos enseguida en el centro del conflicto y evitar que el espectador acuda impotente al declive físico de una Dakota Johnson muy alejada de Grey y sus sombras. A pesar de todo, la película habría ganado si se hubiera reducido algo el metraje evitando en ocasiones ser demasiado episódica.

La historia de El amigo se juega en tres pistas: la del marido superado, la enfermedad de la mujer y la presencia de un amigo, interpretado de modo convincente por Jason Segel, que va a servir de apoyo a los dos primeros. Un personaje anodino, un clásico perdedor que por lo general suele servir de alivio cómico y que aquí se convierte en el eje sobre el que pivota toda la trama.

La verdadera amistad masculina cotiza a la baja en el cine actual de Hollywood y, como el gato de Cheshire de Alicia, casi siempre queda en una simple sonrisa o tiende a desaparecer, retratándose a menudo como una suerte de gamberreo tipo Resacón en Las Vegas. El amigo es pues una mirada luminosa sobre la amistad y sobre la enfermedad, a la que describe sin negar el sufrimiento, solo cambiando el punto de vista. Mostrando el envés de aquella obra maestra que también trataba el cáncer, Tierras de Penumbra (1993), basada en el libro de C.S. Lewis Una pena en observación, donde Anthony Hopkins decía aquello de «vivimos en tierras de penumbra, hay luz y oscuridad». Y Gabriela Cowperthwaite ha logrado esta vez atrapar la luz.