El artista anónimo

El artista anónimo: Cuando el cine asombra

· Crítica El artista anónimo | Estreno 23 de octubre de 2020. Con una portentosa interpretación de Heikki Nousiainen, el actor más prestigioso del teatro finlandés, El artista anónimo te da lo que no esperas y en una forma que no esperas.

La clase de esgrima (2015) es una de esas películas que, inesperadamente, logra maravillarme. También lo consigue con todo el que la ve: mayores y pequeños, espectadores con gran cultura cinematográfica o con poca la ven con gusto. Lo he comprobado. Es una película cautivadora, que conmueve por lo que cuenta y por cómo lo cuenta. Su director, Klaus Härö, es un realizador finlandés de 49 años que ha rodado ocho largometrajes de ficción, desde 2002.

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Cuando me llegó la noticia del estreno de El maestro anónimo (traducción literal del título original finés, Tuntematon mestari) mi interés se disparó. La película llega a España con dos años de retraso, gracias a la buena vista de una pequeña distribuidora sevillana, European Dreams Factory. La cinta, como suele ser habitual en las producciones de Härö, pasó por muchos festivales, incluyendo Toronto, el gran mercado del cine norteamericano de autor.

Olavi es un marchante de arte de 72 años que ve llegar el final de su negocio de compraventa de arte. Su pequeña y muy mediocre galería es más una almoneda de medio pelo que una galería. La adicción por la compra y venta mantiene vivo a Olavi, un ser humano tan básico, tan elemental, tan triste que da pena verle vivir. La aparición de un cuadro de autor anónimo en una subasta enciende su pasión, la pasión de un anciano misántropo, sin amigos ni familia, que ve ponerse el sol en una vida gris y sin amor. No hay que olvidar que estamos en Helsinki.

Con una premisa semejante, lo que hace Härö en El artista anónimo es sencillamente extraordinario. Por la audacia para mostrar la fragilidad humana y la capacidad que tiene la Gracia de actuar por caminos insospechados. Porque el cuadro que protagoniza esta película no es cualquier cuadro. Y el arte cambia vidas. Y contar eso es muy difícil.

Härö es honrado y reconoce que la historia es de su guionista Anna Heinämaa. Cuando trabajaban en La clase de esgrima, Heinämaa le habló de una idea que estaba madurando: un anciano comerciante de arte que quiere hacer un último trato antes de retirarse, y necesita hacerlo para probarse a sí mismo.

Con una portentosa interpretación de Heikki Nousiainen, el actor más prestigioso del teatro finlandés, que ya había protagonizado Cartas al Padre Jacob (2009), El artista anónimo te da lo que no esperas y en una forma que no esperas. Härö no cede en ningún momento a la sensiblería, no juega con el público manipulando a los personajes. La relación del viejo marchante con su hija y su nieto, con sus colegas, es absolutamente coherente, es un cuadro de un realismo estremecedor. Y por eso, la película descoloca y se va apoderando del espectador que asiste maravillado a una comedia humana en la que lo divino entra en juego con una naturalidad pasmosa que requiere el concurso del espectador. Verán que he hecho un esfuerzo por no desvelar información. Así debe ser.

La puesta en escena es delicadísima, con un uso de la luz inolvidable. Härö logró autorización para rodar en la Galería Nacional de Finlandia y en la Biblioteca Nacional, donde tienen lugar dos secuencias decisivas en la historia, de una belleza incandescente. La manera pictórica de rodar en una cafetería o en un apartamento del ensanche de Helsinki es cautivadora gracias a un diseño de producción inteligente, a una fotografía y una música maravillosas. El cierre es una demostración extraordinaria de sensibilidad y de conocimiento del alma humana.

Una de las grandes películas del año que nos recuerda que el cine es luz.

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