El asesinato de Richard Nixon

El asesinato de Richard Nixon: Una gran penna

Esta historia se desarrolla en un entorno social marcado por los traumas y escándalos políticos: desde 1963, asesinato del Presidente Kennedy, a 1974 con el Watergate, y, en los instantes previos, el fallido intento de asesinato del presidente Nixon por parte de un fallido ser humano llamado Samuel J. Bicke. En parte, por el Watergate, el acto tuvo poca repercusión.

Sin embargo, de nada sirve hablar del entorno político/social ni de que Samuel Bicke fue uno de los prototipos de la otra América, no la triunfadora -aunque se llamara Sam- sino la fracasada, si la película no llega. Cierto que es la primera película dirigida por Mueller, que escribe el guion con Kevin Kennedy. Cierto también que miles de directores se darían con un canto en los dientes por hacer una película como ésta en su indudable corrección, por conseguir los medios de producción, fotografía (del autor de la reciente El nuevo mundo, de Malick), actores, que ésta obtuvo. Pero…

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Pero -aunque parezca un salto ilógico- la mayor culpa la tiene Sean Penn. Sí, porque el guion supone, espera, confía, en que el actor principal hará un papel soberbio, que completará las insuficiencias del libreto y de una primera película. Y no. Sean Penn debía de estar cansado o suponer que por ser él y con sólo su presencia ya bastaría… Su personaje está lleno de tics, de manierismo, repetición de sí mismo como actor, superficie, superficie, superficie.

Niels Mueller realiza un buen primer trabajo, estrenado en enero de 2005 en EE.UU. Naomi Watts y los secundarios se convierten en sus personajes. Sólo Sean Penn va de Sean Penn.

A todo esto, El asesinato de Richard Nixon es una peli pesimista, insustancial, sin interés y sin valor alguno. Se trata de la historia de un hombre mediocre que todo le sale mal y como consecuencia intenta matar a Nixon.