El bebé jefazo

El bebé jefazo: Príncipe destronado

· Con gracia vemos cómo Tim pasa de la sorpresa al rechazo del hermano, para después aceptarlo y finalmente quererlo y descubrir que el mejor regalo que puede tener un niño es un hermano.

Tim cuenta en primera persona, más adelante sabremos por qué, cómo fue y qué supuso la llegada de su hermanito al hogar: él tenía siete años y había reinado felizmente en una casa en la que solo había tres personas, sus padres y él. El nuevo bebé apareció como un intruso cuya misión consistía en arrebatarle el amor de sus padres y relegarle al olvido. Su imaginación creó una fantasía en la que el bebé era en realidad un ejecutivo con una misión secreta, evitar que las mascotas monopolicen la atención y el cariño de los adultos, olvidando a los niños.

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La nueva película de Tom McGrath, autor de la saga Madagascar, adapta un libro de Marla Frazee que tiene tres interesantes ideas de fondo: la imaginación infantil, el príncipe destronado y cómo los animales domésticos sustituyen a los niños en los hogares modernos. Con gracia vemos cómo Tim pasa de la sorpresa al rechazo del hermano, para después aceptarlo y finalmente quererlo y descubrir que el mejor regalo que puede tener un niño es un hermano. La fantasía que construye para convertir al hermanito está a caballo entre aquellos Mira quién habla y Cigüeñas, y formalmente debe mucho a Megamind, también de McGrath.

Además de la calidad de la animación, que mezcla oportunamente imagen en 3D generada por ordenador con algunos dibujos sencillos realizados a mano, los dos puntos fuertes de El bebé jefazo son su ritmo y la facilidad que tiene para parodiar numerosas situaciones de la vida cotidiana, amén de guiños a escenas clásicas del cine de aventuras; éstas llevados al mundo de los bebés funcionan siempre, y la risa permite transmitir las ideas principales, la familia y los hermanos, con facilidad. El punto más débil sería el acabado del guion, que solo cuenta con dos personajes bien definidos, Tim y su hermanito, mientras que el resto son simples figurantes; se echa en falta un soporte más sólido y se puede soñar con lo que habría podido dar de sí esta historia. Pero no deja de ser un divertido homenaje a la familia y a los hijos, y a la imaginación.