El camino de San Diego: El encanto de lo pequeño

Cómodo en San Sebastián, donde parece tener su público, Sorín llevó este año su último trabajo, que obtuvo nuevamente el premio especial del jurado. La cinta sigue la línea de sus predecesoras, es otra «historia mínima», rodada con no-actores que logran personajes entrañables, impregnada del sentido del humor de su autor y que logra conmover a través del desmenuzamiento de sentimientos y gestos.

Tati Benítez, un joven de la provincia de Mi­siones, fanático de Maradona, al enterarse de que su ídolo está ingresado en Bue­nos Aires tras sufrir una crisis cardíaca decide partir hacia allí para llevarle un regalo muy especial, y de paso hacerse una foto con el Diego. La Patagonia es sustituida por la selva misionera, Corrientes y Bue­­nos Aires a lo largo de la ruta 14. Cambia el escenario pero se repiten los esquemas narrativos: falso documental para presentarnos al personaje -el inicio es genial-, y road movie en el resto del metraje, donde tie­ne lugar la aparición de una galería de se­cundarios variopintos, pero todos con bon­dad natural y solidaridad.

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Vuelve a brillar el ojo de Sorín para seleccionar a sus personajes. La breve aparición de Juan Villegas en la pantalla arran­có un espontáneo y cálido aplauso en la proyección de prensa del festival, difícil olvidar los ojos de ese gran tipo. Algo parecido ocurre con Ignacio Benítez, que llena la pantalla con su espontaneidad y expresividad, convirtiéndose en personaje soriniano por excelencia, gran hallazgo.

Dos pegas pueden ponérsele a la cinta del argentino. Por una parte su esquematismo es un ar­ma de doble filo: la elección de la comedia costumbrista y la estructura, antes sorpresivas, aparecen ahora repetitivas (So­rín se apresuró a declarar que sus próximos proyectos se encauzarán por caminos distintos, y que rodará con actores profesionales para lograr personajes más complejos). Por otra, si la capacidad de emocionar de Historias mínimas, y en parte de Bombón, el perro, residía, en última instancia, en una dimensión universal que trascendía lo particular de la historia, en el caso de Marado­na no obtiene los mismos resultados.

El camino de San Diego es otra muestra de que el cine más pequeño es a veces el más grande, y tiene lecturas interesantes más allá de lo anecdótico. La cinta transmite, con humor y sin asomo de cinismo, la necesidad de las creencias, de las ilusiones, de la esperanza. A la vez hay una buena radiografía social. Cine conmovedor con referentes claros que el propio realizador señala: «El cine neorrealista italiano, una constante en mi vida. Y también el cine iraní de Kia­rostami… Esas historias insignificantes de personajes pequeños que viven cosas que, vistas en sus zapatos, son dignas de ser contadas».

Ficha Técnica

  • País: Argentina, 2006
  • Fotografía: Hugo Colace
  • Montaje: Mohamed Rajid
  • Música: Nicolás Sorín
  • Duración: 98 m. Jóvenes
  • Distribuidora: Wanda
  • Estreno: 24.XI.2006
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