El colegio de los animales mágicos

Ida se acaba de mudar y su madre confía en que podrá adaptarse fácilmente a la nueva ciudad y colegio, y en que hará amigos con rapidez. Esos deseos se realizarán a pesar de las barbies de clase y del arrogante Jo. Una nueva y extraña profesora promete dar a cada alumno un animal mágico que será su alma gemela, y comienza por Ida y Benni -un niño tímido y solitario-, lo que les convierte en unos chicos especiales. Además, en el colegio empiezan a suceder extraños robos, un misterio a la altura de estos jóvenes y de sus mágicos aliados.

Por alguna razón las películas infantiles alemanas habitualmente solo tienen éxito local. Tienden al esquematismo, los adultos suelen ser una parodia de sí mismos y las tramas suelen parecer sosas. El colegio de los animales mágicos, adaptación de la novela infantil homónima de la escritora Margit Auer, tiene parte de ese lastre, pero mejora la media. En primer lugar viene de la mano de Gregor Schnitzler (Qué hacer en caso de incendio), quien consigue dar seriedad -o cierto verismo- a la historia mágica, y limita los adultos ridículos al mínimo: solo dos y solo en algún momento. Además, consigue dar a la historia el ritmo y la intensidad adecuados, y centra la trama en los niños y sus circunstancias más que en los animales: cada uno de los chicos tiene una historia que acaba importando y la película habla de sinceridad, de amistad, de solidaridad, de padres e hijos; de cosas que importan.

Unas cuantas canciones bien coreografiadas completan una historia simpática que los más pequeños podrán apreciar y que no desagradará a los adultos que les acompañen.

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