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El contador de cartas

No estamos ante una película de jugadores o de juego, sino la de un calvinista obsesionado con la culpa y la redención

El contador de cartas (2021)

El contador de cartas: Schrader bressoniano

· Crítica de El contador de cartas | Estreno 29 de diciembre de 2021.
· El conjunto tie­ne una intensidad extraordinaria, apo­yado en una espectacular interpre­tación de Oscar Isaac, cuyo ros­tro expresa desapego y refleja un mun­do interior lle­no de arrepentimiento.

El contador de cartas se llama William Tell, pero ese no es su verdade­ro nombre. Su voz en off llena la pan­ta­lla cuando explica que aprendió a contar cartas en la cár­cel, donde cumplió diez años de condena. An­tes fue ofi­cial de interrogatorios du­rante la guerra de Irak. Sus pe­sa­di­llas, en forma de flash back, son atro­ces.

Will Tell se gana la vida modesta­men­te, de casino en ca­sino, apostan­do poco, ganando poco, pasan­do inadvertido, atormentado, en busca de re­dención. Un día se en­cuentra con Cirk, hijo de un compañero suyo, tam­bién con­denado, ya difunto.


Que nadie se llame a engaño, El con­tador de cartas no es una película de jugadores o de juego, eso no es más que un telón de fondo, es una pe­lícula ciento por ciento Schra­der. Va­le la pena recordar que el veterano director -75 años- es, antes que nada, un severo calvinista obsesionado por el tema de la culpa y la redención, y que se ins­pira en el cine de Bresson. Will Tell es uno más de sus per­sonajes atormentados, el perfecto ejemplo de lo que el director francés llamaba “hombre que se sienta a solas en una habitación”: día tras día vemos a Tell llegar a un ho­tel, redecorar la habitación -no diré más-, y sentarse a la mesa a es­cribir en su diario. Se puede decir que no hay trama, los días son idénticos, jugar a las cartas, es­cri­bir el dia­rio y sufrir espantosas pesadillas mien­tras se aguarda la anhelada redención que no llega. ¿Por qué jue­ga? Para darse una razón de seguir vi­viendo.

El contador de cartas no es la me­jor película de Schrader, pero es notable. La fotografía es distante, evita to­do aquello que el tráiler intenta vender: luces, colores, gla­mour, desafío. Las partidas y apuestas sin profundidad de campo obligan a mantener la distancia. Es juego sin pasión. La habitación ma­quillada se convierte en un lu­gar neutro, una imagen del limbo o del purgatorio. Los flashes back, al con­trario, están foto­grafiados con un objetivo ojo de pez y una cáma­ra que se mueve in­ce­san­temente re­velando horrores, y el conjunto tie­ne una intensidad extraordinaria, apo­yado en una espectacular in­ter­pre­tación de Oscar Isaac, cuyo ros­tro expresa desapego y refleja un mun­do interior lle­no de arrepentimiento, el pasado que es una pesada lo­­sa. El joven Cirk, in­terpretado por Tye Sheridan, ofrece un excelente contraste. Entre los dos el trabajo de Tiffany Haddish, la mujer, pali­de­ce. Willem Dafoe cumple sobrada­men­te, aun­que solo aparece unos po­cos minutos.

Vale la pena recordar que al comienzo de la carrera de Schra­der es­tá Taxi Driver, cuyo protagonista es una víc­ti­ma de la guerra de Viet­nam, y -no es casualidad- que Will Tell lo es de la guerra de Irak.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Alexander Dynan
  • Montaje: Claire Simpson
  • Música: Robert Levon Been, Giancarlo Vulcano
  • Duración: 112 min.
  • Público adecuado: +18 años (VX-D-)
  • Distribuidora: Universal
  • EE.UU. (The Card Counter), 2021
  • Estreno: 31.12.2021
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Reseña
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Historiador y filólogo. Miembro del Círculo de Escritores Cinematográficos. Ha estudiado las relaciones entre cine y literatura. Es autor de “Introducción a Shakespeare a través del cine” y coautor de una decena de libros sobre cine.
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