El crack cero

Garci cierra la trilogía que comenzó en 1981 con una película hecha a la manera del cine negro de serie B

El crack cero (2019)

El crack cero: Madrid, Navidades del 75

· El crack cero | Los que vieron El crack y El crack dos comprobarán que Carlos Santos defiende excelentemente su persona­je y que Pedro Casablanc es un grande.

José Luis Garci tiene 75 años. Su primer cortometraje es de 1974. El crack cero es su vigésimo largo de ficción, que llega siete años después de Holmes & Watson. Ma­drid Days. Confiesa en el pressbook de la película que «si­go sin saber qué me gusta más: si ir al cine, hacer cine o hablar de él».

Rodada en 5 semanas, en blanco y negro y usando una cámara digital por primera vez en su trayectoria, Garci (El abuelo, Tiovivo c. 1950) con­fiesa que ha querido hacer un noir B, empleando las estrategias habituales en ese tipo de películas abun­dantísimas en los 40 y los 50 que tienen en Detour (Ul­mer, 1945) un patrón que manejaron otros directo­res como Sherman, Mann, Fleischer, Wise, Corman y Tour­neur.


Es fácil entender lo que ha hecho Garci, que cierra por el principio una trilogía que viene precedida por dos tí­tulos de 1981 y 1983 que muchos consideran lo mejor de su filmografía. Ambos tenían a Alfredo Landa Areta co­mo protagonista, un protagonista muy bueno, muy bien construido.

El crack cero funciona como película de serie B: la pues­ta en escena, la fotografía, el vestuario hay que juz­garlos con la B a la vista. Funciona salvo en los mo­men­tos (más de los deseables) en los que Garci no puede (o no quiere) evitar la introducción forzada, por artificio­sa, de referencias a sus filias: el boxeo, el fútbol, la apre­ciación masculina de los perfumes de mujer, los cócteles, Cole Porter, Somerset Maugham, James M. Cain, Bogart, la Gran Vía, los billares, Paul Newman, lo que será de España cuando muera Franco… En esas secuencias sobrevuela (aterriza en algún caso) esa sen­sación embarazosa que te invade como espectador cuan­do algo suena ridículo y desprende el aroma de la mitomanía impostada que entra a destiempo. Lo escribo con respeto, porque el estilo de Garci puede gustar más o menos pero, salvo unas últimas películas infames, el res­to de su obra es apreciable.

Los que vieron El crack y El crack dos comprobarán que Carlos Santos defiende excelentemente su persona­je y que Pedro Casablanc es un grande. La decisión de Gar­ci de rodar secuencias muy breves e ir encadenando, re­curriendo a reiteradas elipsis y a un tono de nostalgia y desencanto es arriesgada en una película de 120 minu­tos. Dos horas son una eternidad para un noir B, pe­ro Gar­ci es muy libre de hacer lo que quiera. Y vaya si lo ha hecho. Empezando por la música de la película que te me­te en una especie de bucle melancólico que es­tá bien pa­ra un clímax, pero no para un clímax de 120 minutos.

En el reparto, por lo general, tan solvente que solo gra­cias a los actores se pueden salvar algunos diálogos ver­daderamente imposibles, llama la atención lo desentonada que está Macarena GómezMiguel Ángel Muñoz no lo tenía nada fácil y saca adelante un personaje cla­ve.

De cualquier manera, El crack cero es una forma digna de cerrar la trayectoria de un buen director y guionista con algunas películas notables. Además, Garci ha contribuido con sus libros, artículos y programas de cine y ra­dio a divulgar el buen cine norteamericano que tanto le gusta.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Luis Ángel Pérez
  • Duración: 120 min.
  • Público adecuado: +16 años
  • Distribuidora: Filmax
  • España, 2019
  • Estreno: 4.10.2019
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