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El fantasma de la ópera

Pu­diendo, y quizá debiendo, ser un plato fuerte, un drama grandioso, no lo es. Con esta calificación de la música quedan calificados los personajes

El fantasma de la ópera (Joel Schumacher, 2005)

El fantasma de la ópera: Opereta musical

A priori no parece Joel Schumacher el adecuado para dirigir El fantasma de la ópera. Si recordamos anteriores trabajos suyos -El cliente, Última llamada, Batman & Robin, 8MM…-, en ninguno de ellos, ni por el tema ni por su tratamiento, ha dado muestra de una especial sensibilidad artística. Sin embargo, aquí le tenemos como director y co-guionista. Guionista con An­drew Lloyd We­bber, autor de la música de este El fantas­ma de la ópera convertido en musical, sólo en musical. No, no tiene la altura o vuelo de una ópera este Fantasma, valga la “contraredundancia”.

Supongo que Schumacher se habrá visto constreñido o habrá estado limitado por la intervención de Lloyd Webber en el guión, sometido lógicamente al desarrollo de la partitura y del libreto. Y a su vez, esta partitura musical puede limitar la creatividad del director, no por ser música, sino por ser “esa” música. La novela de Gaston Leroux es de 1911, y desde entonces no ha cesado de ser recreada y adaptada. Al cine, unas veinte veces. Los nostálgicos cinéfilos nom­bran siempre al actor Lon Chaney co­mo Erik, en la versión de R. Julian (1925).

La música de Webber no permite grandes vuelos, ni dramáticos ni de ningún tipo. La obra de Leroux sí que los permite, pues los tiene: Erik el Fantasma posee la envergadura de un príncipe Segismundo de La vida es sueño que, al mismo tiempo, fuera un don Juan Tenorio de Zorri­lla, o un Faus­to de Goethe. En esta película este es el único personaje que se acerca a la grandeza, quizá por la catego­ría personal del actor Gerard But­ler, y quizá porque la música para este personaje es menos melíflua. Como se sabe, al la­do de don Juan está do­ña Inés, y al lado del Dr. Fausto está Mar­ga­rita; pero la Christine de la película, que debería ser como ellas, se queda en una “cris­tinita” de organdí rosa, así como su otro pretendiente, el verditierno Raoul, vizconde de Cag­ny, y los demás personajes y el entorno. No hay fuerza ni profundidad.


Es cierto que el final y el desenlace cobran cierta fuerza, pero hay que esperar dos horas (dura dos y media). Tampoco digo que lo “light” sea repugnante, ni lo descafeinado ni lo rebajado de sabor. Digo que pu­diendo, y quizá debiendo, ser un plato fuerte, un drama grandioso, no lo es. Con esta calificación de la música quedan calificados los personajes, su poca entidad, que obliga a interpretaciones superficiales o tópicas. Y los decorados omnipresentes -la luz es muy plana, o si hay sombras tienen poco misterio- son tan espectaculares como postizos, y a veces cursis hasta el ahogo.

El fantasma de la ópera (Joel Schumacher, 2005)

Ficha Técnica

  • Fotografía: John Mathieson
  • Montaje: Terry Rawlings
  • Música: Andrew Lloyd Webber
  • País: EE.UU., Reino Unido
  • Año: 2005
  • Distribuidora: Aurum
  • Estreno en España: 22.12.2004

El fantasma de la ópera (Andrew Lloyd Webber’s The Phantom of the Opera)

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