El Havre: Un puerto luminoso
El Havre. Premio de la FIPRESCI en la última edición de Cannes, El Havre nos devuelve al Kaurismäki genuino en una película mayor, que como todas las suyas es pequeña pero grande.
Películas sobre el drama de la inmigración en Europa hay muchas pero como ésta, ninguna. ¿Y por qué? Porque su director es Aki Kaurismäki y el cineasta finlandés no se parece a nadie más que a sí mismo, al igual que sus filmes.
Al director de El Havre le gusta hacer cine, o lo que es lo mismo, contar historias con imágenes, y lo hace de una determinada manera que es la única que conoce, porque es un artesano. En este caso es la historia de un hombre, Marcel Marx, que lleva una existencia tranquila en el pueblecito francés de El Havre, entre su bar, su trabajo de limpiabotas y su esposa Arletty, hasta que se cruza en su camino un menor llegado de África que escapa de la policía y busca refugio.
Éste es, en resumen, el argumento. Apenas hay tres o cuatro frases que añadir y, sin embargo, casi nada está dicho. Porque lo interesante más que el qué es el cómo. Ahí reside el arte, la gracia de esta película. Kaurismäki utiliza el género de la tragicomedia para contarnos, en la clave menor de la heroicidad de los sencillos, un cuento donde lo más lógico es que sucedan milagros, como en las películas de Capra o Dreyer. Lo hace con pocos movimientos de cámara, un buen montaje y un esteticismo superlativo.
En El Havre todo es personaje. Los seres humanos, a los que Kaurismäki se acerca con la sinceridad del primer plano; la música, verdadera obsesión del cineasta que siempre porta consigo una cesta de discos, y los objetos fotografiados con un colorismo único, que lleva el sello de su director de fotografía habitual, Timo Salminen. Todo envuelto en una atmósfera de realismo poético, heredero de la Nouvelle Vague, con ecos de Melville, Truffaut y Godard.


En el reparto han participado tanto actores veteranos como André Wilms (Marcel Marx) o su musa Kati Outinen, en el papel de Arletty, como otros noveles, e incluso no profesionales, como Chang, el vietnamita; Idrissa, el menor de color, o los inmigrantes, muchos sin papeles que ni siquiera figuran en los créditos. Todos ellos componen una sinfonía de personajes estrafalarios y de buen corazón bajo la sabia batuta de Kaurismäki.
Como en otras películas del finlandés, la música tiene un papel diegético. No está ahí por casualidad, ni para ambientar. Está porque la quieren escuchar los personajes para animarse o para deprimirse del todo, como el tango de Gardel, Cuesta abajo, o porque la interpretan generosamente, como el rock de Little Bob, banda que fue famosa en El Havre en los años setenta y que ahora vuelve a escena con el fin de reunir fondos para Idrissa. Nosotros la escuchamos con ellos, y sentimos lo que sienten ellos al escucharla.
También el cine clásico, del que tantas veces Kaurismäki se ha reconocido deudor, es protagonista principal de este film. En ese sentido, la película se explaya y alcanza unas dimensiones difíciles de acotar. Hasta Casablanca cabe en El Havre.
No hay moralejas ni sensiblerías en esta película. Todo tiene un tono de humor contenido e ingenioso, de sentimientos buenos apenas expresados, de decisiones valientes que pasan desapercibidas pero que hacen de este mundo desapacible como el cielo de Normandía, algo más digno. Sale uno del cine con una sonrisa en los labios, con ganas de ser mejor persona.
Ficha Técnica
- Dirección: Aki Kaurismäki,
- Guion: Aki Kaurismäki,
- Intérpretes: Jean-Pierre Darroussin, Kati Outinen, Evelyne Didi, André Wilms, Blondin Miguel, Elina Salo,
- Fotografía: Timo Salminen
- Montaje: Timo Linnasalo
- Vestuario: Frédéric Cambier
- País: Finlandia/Francia/Alemania
- Duración: 93 m.
- Público adecuado: +12 años
- Distribuidora: Golem
- Estreno: 30.12.2011
LE HAVRE, 2011