El hombre del tren: Una apetitosa película

En una pequeña localidad francesa, al filo del anochecer, Milan (Johnny Hallyday), un tipo con pinta de macarra, desciende de un tren. Se dirige a una farmacia, donde conoce a Manesquier (Jean Rochefort), un retirado profesor de literatura que le invita a su casa.

En su vigésima película, el galo Patrice Leconte (El marido de la peluquera, La viuda de Saint Pierre) ha reunido a dos presencias muy dispares. Una propuesta que pudiera parecer, en principio, algo descabellada, se traduce en una feliz idea, un agradable encuentro con tintes de western moderno. No hay vaqueros, ni llanuras desérticas, pero sí una ciudad pequeña, casi deshabitada, anónima, perdida en cualquier rincón de Francia. No hay duelos bajo el sol del mediodía, pero sí enfrentamientos verbales entre los dos protagonistas, reyes casi absolutos de la función. No hay buitres surcando el cielo en busca de carroña, pero la sombra de una posible muerte anunciada sobrevuela los destinos de Milan y Manesquier.

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Los dos personajes vienen de mundos distintos, pero ambos desearían la vida del otro. Milan sueña con retirarse como gángster y disfrutar de una vejez tan placentera como la de Manesquier; éste, sin embargo, desearía haber llevado una existencia más arriesgada, sustituyendo la poesía de los libros por la realidad de la calle.

El hombre del tren, de Patrice Leconte
El hombre del tren, de Patrice Leconte

Desde el primer momento, Leconte juega con los contrastes de los dos protagonistas. No sólo físicos o de interpretación (los aires quijotescos de Rochefort contra la mirada perdida y desnortada del rockero Hallyday), sino con los que desprenden los personajes. Cada uno tiene un sello propio, marcado a fuego por la música de Pascal Estève (aires de blues para Milan, estilo clásico para Manesquier) y la fotografía de Jean-Marie Dreujou. Como si fuera un pintor mezclando colores en su paleta, Leconte funde estos recursos cuando los dos personajes comparten plano y el resultado es más que original. Los diálogos, magníficamente escritos por Claude Klotz, también se ajustan a sus personajes como la mano al guante. Además, la historia tiene felices hallazgos, como el matón, dueño de su silencio y filósofo ocasional.

Al final, un desenlace entre lo fantástico y lo onírico cierra una notable y apetitosa película de encuentros tardíos, de sueños frustrados, de anhelos imposibles y de personajes que viven a las puertas del crepúsculo.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Jean-Marie Dreujou
  • Montaje: Joëlle Hache
  • Música: Pascal Estève
  • País: Francia
  • Año: 2002
  • Distribuidora: Vértigo
  • Estreno en España: 4 de abril de 2003

L’Homme du Train

 

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