El mejor día de mi vida: Tópicos e impotencia

El mejor día de mi vida | «He hecho una película sobre las historias de amor a través de los efectos perversos del matrimonio». Pues sí. Eso ha hecho la directora y también actriz Julie Lipinski en ésta su opera prima. Arthur convive con Lola desde hace cinco años y está convencido de que no caerán nunca en los tópicos de las «parejas convencionales», es decir, de los matrimonios. Cuando Lola, que ya no cumplirá los 30, se empeña en casarse, dan comienzo los preparativos para el gran día.

Con clara inspiración en el tono iconoclasta de Cuatro bodas y un funeral y El diario de Bridget Jones, Lipinski no logra aportar nada nuevo a la comedia de treintañeros y recorre sin pena ni gloria todos los lugares comunes del subgénero.

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Una de esas comedias (bueno, al menos eso dicen ser) francesas en las que lo más parecido a la sonrisa en la cara del espectador inteligente es una boca torcida. La primera parte es puro tópico disfrazado de modernidad deshinbida, la segunda -con despedida de soltero incluida- es una perfecta manifestación de impotencia cinematográfica.

Sinopsis: Arthur pensaba que Lola era una chica diferente y que no caería en los tópicos de la pareja convencional. Justo al cumplir los 30, ella recupera la idea del príncipe encantado y le pide como prueba de amor que se case con ella. Arthur acepta, pero impone a Lola una serie de condiciones. Sin embargo, la pareja se verá rodeada de problemas entre los sueños infantiles de Lola, el anticonformismo de Arthur y la boda familiar.

Ficha Técnica

  • País: Francia/Bélgica (Le Plus Beau Jour De Ma Vie, 2005)
  • Fotografía: Christophe Paturange
  • Montaje: Valérie Deseine
  • Música: Thibault Chenaille, Antoine Vidal
  • Distribuidora: Baditri
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Reseña
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Profesora universitaria de Cine Español y Estética Musical. Coordinadora Académica Área de Comunicación Universidad Atlántico Medio (Las Palmas de Gran Canaria)