El monje

El monje: El nombre del clavel

El monje es el título de una célebre novela gótica, bastante mala por cierto, con la que Matthew Gregory Lewis se hizo famoso a la tierna edad de 20 años; su éxito se debió en buena parte a que fue escrita en 1795 y entonces no había mucho donde elegir, y a que estaba en auge la novela gótica y nada mejor que ambientar una sórdida historia en un convento español, con oscuros pasadizos, y cuyos austeros monjes serían hipócritas libidinosos. En efecto, El monje es un cúmulo de tópicos que mereció la alabanza del marqués de Sade.

La versión que acaba de hacer Dominik Moll (Harry, un amigo que os quiere) mejora en algo el texto original, pero sigue siendo la historia sórdida -y en parte disparatada- de la caída de un hombre que creíamos virtuoso. Cuenta cómo Ambrosio fue abandonado en las puertas de un convento, se crió con los monjes y terminó profesando como capuchino. Llegó a ser un célebre predicador y confesor, pero su trayectoria se verá puesta a prueba con la llegada al convento del misterioso hermano Valerio.

Llama la atención, a diferencia del texto original, que los problemas de Ambrosio sean debidos a la intervención del diablo, presentado como ser real que tienta y seduce, y que además se mueve dentro del ámbito de la libertad del hombre.

En ese sentido, estaríamos ante un discurso doctrinal que no se propone atacar a los religiosos como hiciera el texto británico, pero se trata de un discurso confuso, espeso, tedioso y poco claro. Los pocos momentos de interés, de carácter folletinesco, se pierden en los enredos intelectuales que reducen la religión a insoportables prácticas exteriores sin que aparezca el amor a Dios.

▲ Es mejor que la novela.

▼ La novela es mala con ganas.