El pan de la guerra

· El pan de la guerra tie­ne una fuerza indiscutible tanto por el vigor de los tra­zos con que se ha dibujado, el encanto de la protago­nis­ta y la tremenda historia que cuenta; desgraciadamente, real.

El pan de la guerra es una historia basada en una po­pular novela juvenil de Deborah Ellis. Cuenta la historia de Parvana, una niña de once años, que vive en Ka­bul bajo el dominio de los talibanes. Las mujeres no pue­den salir solas a la calle, ni siquiera al mercado.

Parvana suele acompañar a su padre al tiempo que és­te -antiguo profesor- continúa su educación, principal­men­te a base de cuentos, transmisores de tradiciones y sa­biduría, y también una distracción en tiempos difíciles. El fanático odio talibán golpea de lleno la vida de Par­vana.

Dirije este largometraje Nora Twomey, que trabajó con Tomm Toore en otras dos notables películas de animación: El secreto del libro de Kells y La canción del mar. Se trata de su primera realización en solitario y fue can­di­data al Oscar al mejor filme de animación.

El estilo de Twomey es inconfundible: un trazo simple, bien perfilado, expresivo y que manifiesta con gracia que se trata de un trabajo manual. Es impresionante el trabajo con el color: en Kells dominaba el verde, en La canción del mar los azules, en El pan de la guerra do­minan los ocres. Unos desoladores fondos de acuarela gri­sacea muestran un mundo arruinado. La historia del Rey Elefante que cuenta la pequeña Parvana es narrada con una técnica diferente, la voz en off de la propia pro­tagonista explica una acción tipo guiñol, a base de imá­genes bidimensionales, con animación reducida y co­lores fuertemente contrastados.

El conjunto es conmovedor y de gran belleza, aunque se le pueden reprochar fallos menores: las acciones de Par­vana no parecen tener un objetivo claro, y lo mismo le sucede a algunas subtramas que tienen que ver con su her­mana mayor y unos primos lejanos. Pero la película tie­ne una fuerza indiscutible tanto por el vigor de los tra­zos con que se ha dibujado, el encanto de la protago­nis­ta y la tremenda historia que cuenta; desgraciadamente, real. Al mismo tiempo, el protagonismo lleno de va­lía de las mujeres en la sociedad, también en la af­ga­na. La película es un canto al optimismo frente a la ad­versidad, al valor de la tradición oral y de las propias raí­ces.