El perro mongol

Ternura y naturalidad a puñados en un documental de creación con actores no profesionales que provoca una sana envidia por esa vida al aire libre

El perro mongol (2005)

El perro mongol: Nómadas

El perro mongol | Hermosa película de la directora Byambasuren Davaa (La historia del camello que llora), de 35 años, nacida en Ulan Bator, capital de Mon­golia para los que no hayan hecho un buen bachillerato. Formada como cineasta primero en su país y desde el año 2000 en Mu­nich, la realizadora nos acerca a la vida de una familia nómada que se traslada todos los años en verano a un valle aislado de Mon­go­lia. El padre viaja ocasionalmente a la ciudad para vender algunos productos, la madre atiende la casa y las labores del campo y los niños juegan y ayudan en lo que pueden.

Alguno podría pensar: vaya rollo. Pero no, la cinta -coproducida por Mongolia y Alemania- es una auténtica delicia, una bocanada de aire limpio y fresco, con sentido del humor y bastante sentido común, prescindiendo de planteamientos preciosistas. Ternura y naturalidad a puñados en un documental de creación con actores no profesionales (una familia, que se nota que lo es) que provoca una sana envidia por esa vida al aire libre (mejor en verano, por­­que en invierno debe ser la muerte a escobazos).

Pasó por el Festival de San Sebastián en 2005. Fue una terapia para los críticos que sufrimos una de las peores ediciones del certamen donostiarra.

Ficha Técnica

  • País: Mongolia/Alemania (Die Hoehle des gelben Hundes, 2005)
  • Fotografía: Daniel Schoenauer
  • Montaje: Sarah Clara Weber
  • Música: Börte
  • Distribuidora: Karma Films
  • Duración: 93 m. Todos los públicos
Suscríbete a la revista FilaSiete

Salir de la versión móvil