El profesor de esgrima: Asunto de honor

· Crítica de El profesor de esgrima | Estreno 24 de enero de 2025.
· La película posee un guion muy medido que se las arregla para regalarnos un duelo cada diez minutos, y los hay de todas clases.

¿Qué sería del cine sin los duelos? Casi todo el cine del Oeste se basa en ellos, así como el de capa y espada. Sobre los duelos se han cimentado hasta carreras artísticas. Un director como Ridley Scott se inició con los tenientes Feraud y d’Hubert batiéndose una y otra vez en Los duelistas (1977); y años más tarde continuó con Máximo Décimo Meridio y el emperador Cómodo citándose a un combate a muerte, en mitad del Coliseo, en Gladiator (2000); y le siguieron Jean de Carrouges y Jacques Le Gris en El último duelo (2021). El que los duelos están en el corazón de muchas historias lo saben también tipos como Íñigo Montoya y el pirata Roberts de La princesa prometida (1987); o Darth Vader y Obi-Wan Kenobi en La guerra de las galaxias (1977); o André Moreu y el Marqués de Mayne, o lo que es lo mismo Stewart Granger y Mel Ferrer, en Scaramouche (1952); o todos los inmortales que saben que tras batirse solo puede quedar uno. Y también lo sabe Vincent Pérez.

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Porque Vincent Pérez no es ajeno al oficio de las armas. Como actor ha rodado unas cuantas películas espada en mano. Ahí tienen ni más ni menos que el Cyrano de Bergerac (1990) de Depardieu, o Fanfan la Tulipe (2003) o La reina Margot (1994). Como director esta es su cuarta película, en la que hay que decir que muestra una gran desenvoltura con la cámara, una buena dirección de actores y sobre toda cierta fascinación por los duelos.

El profesor de esgrima (titulada inicialmente como Un asunto de honor) es una película ejemplar respecto al ritmo, cosa que no hay que confundir con las prisas. Posee un guion muy medido que se las arregla para regalarnos un duelo cada diez minutos, y los hay de todas clases: con florete, a espada, con sable, con pistolas, a pie, a caballo…

Estos duelos han perdido el peso de antaño, ahora son como una especie de reglamentados actos sociales que, aunque oficialmente están prohibidos en Francia, se han convertido en el último recurso para resolver las diferencias personales a finales del siglo XIX. No ya solo sirven para arreglar cuestiones de honor -al menos el honor tal como lo entendía gente como Calderón, aquello de «fama, honor y vida son caudal de pobres soldados»-, sino que sobre todo son una forma de defenderse del más pequeño agravio al amor propio. Convirtiéndose por tanto en más que duelos por honor en estudiadas venganzas.

El duelo además aquí se retrata como un instrumento para alcanzar nuevos logros sociales. Pérez abre el melón de la defensa del honor no ya solo como un asunto exclusivamente masculino sino un medio para la igualdad entre los sexos, introduciendo al personaje de Marie Rose Astié de Valsayre, cuyo máximo interés está en obtener que la mujer pueda llevar pantalones. Un personaje real, que da pie a mostrar cómo cambia el mundo a golpe de acero toledano, cómo las antiguas y las nuevas formas combaten entre sí; y, por qué no decirlo, a dar a la película un barniz de modernidad políticamente correcta.

Basado en el libro L’art du duel de Adolphe Tavernier publicado en 1886, Pérez retrata una Francia de fin de siglo en transición, perdida en una posguerra de la que ha salido maltrecha. Es como si tras la guerra franco-prusiana los enfants de la patrie hubieran quedado con más ganas de sangre, gloria y venganza. Excepto gentes como el protagonista, Clément Lacaze, nuestro maestro de esgrima, que vive purgando sus pecados, deambulando como un alma en pena. Un tipo pacífico que enseña su arte en su academia mientras carga sobre sus espaldas el horror de la guerra. Que vive con cicatrices no solo en el cuerpo que le convierten en un hombre frío y distante en el que late aún un corazón de guerrero.

Lo que encuentro más atractivo en el trabajo de Pérez es lo clásico de sus formas, cómo rueda los duelos sin caer en la tentación de ralentizarlos o acelerarlos digitalmente, ni hacer extraños movimientos de cámara «postMatrix», que tanto daño han hecho al cine de acción en general. Rueda con realismo y un gran respeto por los personajes. Y se guarda para él el papel del villano de la función, lo que demuestra que es un tipo listo y que habrá disfrutado lo suyo dando vida a un personaje obsesivo muy cercano a los duelistas del amigo Ridley.

⇒Películas de capa y espada

Ficha Técnica

  • FotografíaLucie Baudinaud
  • Montaje: Sylvie Lager
  • Música: Evgueni Galperine, Sacha Galperine
  • Duración: 101 min.
  • Público adecuado: +16 años
  • Distribuidora: A Contracorriente
  • Francia (Une affaire d’honneur), 2023
  • Estreno: 24.1.2025
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Reseña
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Juan Velarde
Escritor de relatos de terror y misterio, y guionista de cine y televisión. Admirador de Ford, Kurosawa, Spielberg y Hitchcock, no necesariamente en este orden
el-profesor-de-esgrimaVincent Pérez regresa a la dirección con una historia de corte clásico sobre el honor y la venganza