El rey

El rey: Relato turbio

Elvis, un joven norteamericano de origen mexicano, acaba de licenciarse de la Marina estadounidense. Abandonado el barco que ha sido su hogar, viaja hasta Texas para encontrar a su padre, David (William Hurt), al que nunca conoció y del que le había hablado su madre, ya fallecida. David ha cambiado. Ahora, casado y con dos hijos adolescentes, es pastor de una iglesia baptista. Elvis decide seducir a Malerie, su desconocida hermanastra de dieciséis años, para así vengarse.

Milo Addica, guionista de Monster’s Ball y Birth (Reencarnación), escribe y produce esta película del inglés James Marsh, un hasta ahora documentalista formado en Oxford y residente en Nueva York. Addica sigue fiel a su línea de agente provocador, con historias de retorcida sordidez, con unos guiones toscos y mal trabados que apelan a la escandalera pirotécnica.

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El rey podría haber sido una historia trágica y fatalista de cierto calado sobre un chico amargado y vengativo, pero no va más allá de un turbio y plano relato que acumula tragedias y morbo sexual. Los personajes están huecos, no se justifica su conducta. Valga como ejemplo la inmediata fascinación que siente Malerie por Elvis, verdaderamente inexplicable, como lo son las reacciones de los personajes cuando empieza la carnicería.

Cuando Marsh cita películas como La noche del cazador y Malas tierras como precedentes de sus películas cuesta muchísimo trabajo tender puentes, pasarelas o tirolinas entre estas dos obras mayores y semejante nadería truculenta. Vista en Cannes 2005 y en otros festivales, no se ha estrenado comercialmente en EE.UU.