El último soldado

El último soldado: Misión final

· Crítica de El último soldado | Estreno 26 de enero de 2024.
· La historia, realmente mínima, se centra en las dificultades del anciano empeñado en cumplir una misión que se ha autoimpuesto.

La película adapta libremente un suceso real: el anciano Bernard Jordan, veterano del día D, se escapó de la residencia donde vivía para participar en las ceremonias del 75º aniversario del desembarco. La historia ha conocido más de una versión cinematográfica, con diferentes enfoques. Ésta busca conmover y, por lo que me han contado, lo ha conseguido, especialmente a antiguos combatientes.

Artie Crawford tiene 92 años. Él y su esposa viven en una residencia de ancianos de Belfast. Ella padece demencia senil. Nos enteramos por un periódico de que se preparan las ceremonias con ocasión del 75º aniversario del día D, a las que Artie no presta atención hasta que, poco después, su esposa fallece. Entonces decide que tiene algo que hacer y se pone en marcha hacia Normandía, porque tiene algo que hacer antes de morir. El viaje, para un nonagenario con problemas de salud, no es fácil. Su familia y la dirección de la residencia remueven cielo y tierra para encontrarle. También un periodista, que huele un gran reportaje.

La historia, realmente mínima, se centra en las dificultades del anciano empeñado en cumplir una misión que se ha autoimpuesto: un viaje penitente, porque arrastra -una serie de flashes back, poco explícitos al principio, lo dejan entrever- un sentimiento de culpa, tal vez injusto, pero sentido. La gente que encuentra a lo largo del camino proporciona una serie de escenas deliciosas. La secuencia final -no se levanten tras el fundido en negro, entonces viene lo bueno- es preciosa y lacrimógena.

El último soldado resulta una cinta amable que reposa enteramente sobre los hombros de Pierce Brosnan que, aunque tiene 70 años, a veces parece un anciano en sus últimos días, a veces parece un hombre perfectamente válido. Casi siempre convence. Las breves apariciones de Clémence Poésy, Louis Grossett Jr. y Jürgen Prochnow son excelentes, al igual que los sucesos de retaguardia: el pequeño escándalo en la residencia y sus pobladores sirven de contrapunto cómico. El periodista que se encuentra con Artie en Francia está desaprovechado y podría haber dado mucho juego.

En general, una cinta agradable a la que habría beneficiado un pulso más vivo.

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