El vendedor

El vendedor: Canadian blues

«Marcel Lévesque, un perspicaz e inteligente vendedor de coches a punto de jubilarse, vive únicamente para tres cosas: su trabajo, su hija y su nieto. Ha sido “vendedor del mes” durante 16 años en el concesionario donde ha trabajado toda su carrera, en una decadente ciudad industrial. Durante un interminable invierno, mientras la importante fábrica local de papel despide a más y más trabajadores, Marcel únicamente tiene una cosa en mente: conseguir vender sus adorados coches americanos en su nevado concesionario. Un día, vende un nuevo y flamante pick-up a uno de los obreros de la fábrica, lo que conlleva graves consecuencias que Marcel nunca pudo imaginar. Una película sobre alienación, humanidad y el arte de vender coches.»

Así presentan la película sus creadores. Los acercamientos del reciente cine canadiense a historias cotidianas desequilibradas por un detonante más o menos melodramático son interesantes; algunas, realmente valiosas. Escuelas, concesionarios, fábricas, supermercados, hogares de clase media  son los escenarios de relatos sencillos, muy Sundance, muy festivaleros. Esta película se ha movido por varios certámenes (recibió un premio en Bombay).

La diferencia entre Profesor Lazhar, Mamá está en la peluquería y El vendedor es de guión. El primero es formidable, el segundo está entre el bien y el notable y el que nos ocupa tiene un aprobado raspado.

Los 107 minutos pesan como una losa y se logran alargando planos y reiterando situaciones anodinas, con una música en plan terapia que te va dejando roque.

Lo siento pero esto da para un mediometraje. Hablamos mucho de soluciones para el futuro del cine en sala. Exhibir películas como ésta a 9 euros la entrada no me parece el camino adecuado. Los distribuidores y los exhibidores tendrán que pensar en el público.