El Violín Rojo

La película está barnizada de un oscuro determinismo del que parecen no poder escapar los personajes

El violín rojo, de François Girard 

El violín rojo: Leyenda de un violín

Al final de aquella película de John Huston en que Humphrey Bogart persigue a un Halcón Maltés, alguien dice refiriéndose a la estatua que está forjada con el material con que se hacen los sueños.

En esta película no es una estatua sino, como deja patente el título, un violín y sus tribulaciones a lo largo de más de tres siglos; aunque realmente esto no es más que una excusa para mostrarnos varias historias encadenadas a lo largo del tiempo y del espacio. No se trata de una narración lineal, su estructura es laberíntica. El espectador asiste a la disección de los distintos pasajes, las variadas existencias de los sucesivos dueños del violín, intercalando pasado y presente, en una suerte de Pulp fiction histórico-musical.

Puede que por ello fuera elegido Samuel L. Jackson como una pieza más del engranaje. Este es el tipo de películas que de vez en cuando buscan los actores hollywodienenses para dar una nota de calité a sus carreras.


Como suele ocurrir en estos casos algunas de las historias son más interesantes que otras, haciendo cojear al resto. Aún así, el conjunto tiene solidez. Hay un creciente interés a medida que el pasado empieza a encajar como piezas del puzzle que conforma el presente. Hay momentos francamente logrados, como son todas las escenas de la sala de subasta que mantienen al espectador en estado continuo de excitación, con una tensión en aumento que no nace tanto del montaje como del ritmo interno -o sea que el suspense se logra con el simple relato de los hechos, sin acudir a un montaje picado, de esos que en películas como La roca, cada plano no dura más de tres segundos-.

Al relato habría que objetarle un poco de falta de optimismo y algún apunte erótico innecesario; la película está barnizada de un oscuro determinismo del que parecen no poder escapar los personajes. Una especie de mal agüero que desde lo más profundo de tiempos pasados llega al siglo XX oculto entre las notas del violín, por lo que cabe la duda de si éste violín esta forjado con el material con que se hacen los sueños… o con el que se fabrican las pesadillas.

Suscríbete a la revista FilaSiete

Salir de la versión móvil