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En la habitación

Todd Field consigue conformar un gran triángulo protagonista en una cinta que destaca por el gran acierto de la elipsis, que encamina la historia hacia el drama y evade el folletín

En la habitación (Todd Field, 2001)

En la habitación: Sobrevivir a un hijo

La muerte es, desde los orígenes, uno de los aspectos de la existencia que ha preocupado al hombre, siempre inquieto por ese lado oscuro e inexplorable de la realidad humana. Esta problemática se vuelve mucho más insondable y tenebrosa cuando nos adentramos en los terrenos de la vida arrancada, es decir, del asesinato. Si este terrorífico drama se produce por la muerte de un hijo, la tragedia llega a cotas insospechadas, porque… ¿qué hay más desgarrador que la pérdida de un hijo?

Con un planteamiento tan delicado y doloroso emprende su debut cinematográfico el hasta ahora actor Todd Field. Basado en una novela de Andre Dubus, el filme cuenta la historia de un matrimonio que tendrá que aprender a vivir sin su hijo, clamando justicia, y con los fantasmas de la incomunicación, del miedo y de la culpa. Field juega con todos estos elementos para explorar en el complicado ámbito de las relaciones humanas.

Gran sutileza y lirismo

La gran belleza del metraje radica en la sutileza y el lirismo con los que el director plantea inicialmente En la habitación. Gra­cias a tales herramientas se logra crear un drama en el que el silencio y la tensión con­siguiente adquieren un primer plano. Un terreno en donde las emociones enterradas, la impotencia y la lucha cobran el papel protagónico.


Podríamos elogiar la excelente interpretación del triángulo protagonista, laureado con multitud de premios y otras tantas candidaturas; aunque más allá de este hecho tan evidente y de una evolución de personajes prodigiosa, En la habitación destaca por el gran acierto de la elipsis, que encamina la película al drama y evade el folletín (muy dado a nutrirse de semejantes o idénticos argumentos). El espectador agradece la omisión del anuncio de la muerte a los padres. Toda una declaración de intenciones por parte del director, en la que anuncia la problemática y el camino hacia donde la conduce.

En la habitación (Todd Field, 2001)

Si bien esta senda nos parece loable, también es necesario advertir que los últimos 30 minutos de metraje pierden esta elegancia inicial y se tornan más farragosos y explícitos, con la consiguiente pérdida de hazañas tan destacables como la gran carga emotiva que Field consigue encerrar en varias escenas sublimes, como aquella en la que un consternado Tom Wilkinson acaricia las arrugas de la vacía almohada de su hijo.

Preguntas sin respuestas

Esta caída deriva precisamente de la dificultad de contar con realismo temáticas tan arriesgadas, pues se corre el riesgo de traspasar la delgada línea que separa drama de melodrama, y la siempre controvertida moral norteamericana. Pue­de que algunos consideren que la película tropieza por la carencia de una moraleja final, como colofón a las experiencias a las que se ven sometidos los personajes a lo largo de los 133 minutos de metraje; otros nos inclinamos a pensar que semejante final viene a reforzar lo que Todd Field lleva anunciando a lo largo de toda la película, ya que una vez que se ha abierto la caja de los truenos hay muchas preguntas que se quedan sin respuestas y muchas heridas que irremisiblemente permanecen abiertas.

Ficha Técnica

  • Argumento: Killings, de Andre Dubus
  • Fotografía: Antonio Calvache
  • Música: Thomas Newman
  • País: EE.UU.
  • Título originalIn the Bedroom
  • Año: 2001
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