En otro país

En otro país: Un coreano y ligero cuento otoñal

En otro país | Pequeña película, fruto del encuentro en Corea, entre Isabelle Huppert y el director Hong Sang-soo.

Una joven y su madre se encuentran en un hotelito de la ciudad costera de Mohang, no lejos de Seúl, huyendo de sus deudas. Allí la joven -para matar el tiem­po- se dedica a escribir historias sobre mujeres in­teresantes que ha conocido. Todas son francesas, to­das se llaman Anne, a todas les suceden los mismos acon­tecimientos, en los mismos lugares, con los mismos personajes. Anne sería una directora de cine que ha­bría venido a visitar a su amigo y colega coreano Johng-soo y su embarazada esposa; Anne también sería la mujer de un empresario, que hace una escapada a Mo­hang, para encontrarse con su amante, el cineasta co­reano Moon-Soo; finalmente Anne sería una mujer re­cién abandonada por su marido, que viaja a Mohang con una amiga coreana, para recuperar la serenidad; en cada historia aparece un vigilante, o salvavidas, excesivamente obsequioso.

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Huppert (París, 1953) y Sang-soo (Seúl, 1960) acordaron hacer una película sin guión. No habría más que una localización y una idea general. Los diálogos se escribían cada día; el rodaje duró dos semanas. Participaron siete actores; la cinta no llega a los 90 minutos. Película pequeña, un divertimento, pero con muchos elementos de interés. En otro país recuerda, y mucho, a esa delicia alemana titulada Corre Lola, corre; aunque en principio va a contar historias distintas, está claro que la joven escritora del inicio del filme baraja ideas para una sola historia, los diferentes relatos son variantes con las que juega.

Por casualidad o por talento, el guión saca un notable partido de personajes y situaciones: los hombres y mujeres, siempre extraordinariamente amables con bella extranjera que visita su país, parecen jugar a un «deja vu» que no tendría razón de ser si viéramos historias diferentes; y este «deja vu» es responsable de uno de los méritos de la película, su humor.

Humor reforzado por los -leves- problemas de comunicación al compartir un inglés limitado, mientras sus culturas y códigos corporales son diferentes; por otra parte, cuando se manejan en coreano ante Anne, la traducción no siempre es acertada; los subtítulos, al inglés y al coreano, son parte importante -a menudo divertida- de esta película. La fotografía, melancólica y otoñal, es acertada, aprovecha los encuadres y los colores. Huppert sabe lucirse y disfruta.