Estoy pensando en dejarlo: En busca del tiempo perdido
· Crítica de Estoy pensando en dejarlo | Disponible en Netflix.
· La historia es sencilla y complicada a la vez, y tiene mucho de hipnótico además de tantos agujeros como un gruyer.
Charlie Kaufman es un tipo cuando menos peculiar, un creador con cierta tendencia al egocentrismo, pues en su obra en el fondo no habla más que de sí mismo. Ha sido guionista de Spike Jonze en Cómo ser John Malkovich (1999) y Adaptación. El ladrón de orquídeas (2002) -habría que haber visto la cara de la autora de la novela, Susan Orlean, al ver su historia sobre un coleccionista de flores convertida en un relato metalingüístico sobre el proceso creativo de dos guionistas gemelos-. Kaufman también es autor de ¡Olvídate de mí! (2004), de Michel Gondry, y se puso tras la cámara con Synecdoche, New York (2008), la película de animación Anomalisa (2015) y lo ha vuelto a hacer con Estoy pensando en dejarlo.
Sus películas no son fáciles. Tienen un alto grado de surrealismo y Kaufman siente poco cariño por las estructuras lineales y las tramas comunes. Le interesa indagar dentro de la psique de los personajes, en la obsesión por la identidad, en la fragilidad de los recuerdos como en ¡Olvídate de mí!, o en el deseo de ser otro tal como hace en Cómo ser John Malkovich. Hay en su cine cierta tristeza existencial y, aunque suele rebajar la amargura con humor inteligente, Estoy pensando en dejarlo carece de ese humor y el desencanto flota en todo el metraje.
A pesar de estar basada en la novela del escritor canadiense Iain Reid, Estoy pensando en dejarlo va al centro del universo Kaufman. Una chica hace un viaje en coche con su novio a una granja apartada donde viven los padres de este. Durante el trayecto la protagonista no deja de repetirse que está pensando en dejarlo pero, al llegar a la granja, el encuentro con los padres de su pareja la desconcertará.
La imaginería es triste, cargada de melancolía y de una belleza espectral, fotografiada en formato cuadrangular por Lukasz Zal, el director de fotografía polaco de Cold War (2018) e Ida (2013). La historia es sencilla y complicada a la vez, y tiene mucho de hipnótico además de tantos agujeros como un gruyer. No te puedes acomodar en ella porque cada dos por tres te cambia las reglas de juego. Como dice uno de los personajes, es un mundo abstracto no realista. Enseguida empiezas a ver que algo no funciona bien. Los diálogos son extraños y alambicados. Tan pronto se habla de una película de Cassavetes, como de teorías científicas, se recita un largo poema de William Wordsworth o nos vemos en el interior del musical Oklahoma. Los padres, unos Toni Collette y David Thewlis maravillosamente sobreactuados, en ocasiones rondan la mediana edad como al plano siguiente son ancianos. Su protagonista, interpretada por una confusa Jessie Buckley, cambia continuamente de nombre –Lucy, Louise…- y de profesión, tan pronto es científica como artista; y hay por ahí un conserje de colegio que es la clave para entenderlo todo.
El resultado es fascinante. Un universo onírico colindante con David Lynch. Hay mucho de pesadilla, de frustración, de amores perdidos. No sé por qué pero me recuerda en algo al Dublineses (1987) de John Huston, ese final, la nieve cayendo, la voz en off, el tono elegiaco, y porque es una historia sobre el paso del tiempo, la nostalgia por lo no hecho, y los errores del pasado.
Ficha Técnica
- Dirección: Charlie Kaufman,
- Guion: Charlie Kaufman,
- Intérpretes: David Thewlis, Toni Collette, Jessie Buckley, Jesse Plemons, Guy Boyd,
- Fotografía: Lukasz Zal
- Montaje: Robert Frazen
- Música: Jay Wadley
- Diseño de producción: Molly Hughes
- Vestuario: Melissa Toth
- Duración: 134 min.
- Público adecuado: +16 años
- Distribuidora: Netflix
- EE.UU. (I’m Thinking of Ending Things), 2020
- Estreno: 4.9.2020