Bestias del sur salvaje: Cine happening
El joven Benh Zeitlin debuta con una cinta con actores no profesionales que se mueve entre el miserabilismo apocalíptico de Flannery O’Connor y la captación del hombre y la tierra al estilo Malick en modo dirty.
Ante una película como la que nos ocupa es frecuente que, llamados por la crítica, se sienten a dialogar términos acabados en «on», rotundos, enfrentados. Fascinación es una de ellos, junto a decepción y revelación, valoración y sobrevaloración.
Muy dividida está la crítica norteamericana frente a la opera prima de Benh Zeitlin, un neoyorquino de 30 años que ha encontrado su inspiración en el Sur, en Nueva Orleans, lugar donde se estableció tras rodar allí su primer mediometraje, Glory at sea, una pieza de 25 minutos en la que, dicho sea de paso, están todas las claves formales y materiales de Bestias del sur salvaje, para mi gusto mucho mejor ensambladas.
La película se dio a conocer en el Festival de Sundance, que le concedió el Premio del Jurado en enero de 2012. Se iniciaba una larga trayectoria por festivales de todo el mundo, acompañada por su joven director que habla de ella con un discurso que ha gustado. ¿Qué dice Zeitlin? El realizador y coguionista reúne en su corolario un puñado de conceptos articulados con una conexión poética, con desparpajo y pasión juvenil, con una implicación personal grande: madre tierra, tradición, apego, pobreza, dignidad, apocalipsis, redención, energía, sentido.
El director, un urbanita de Queens, hijo de dos folcloristas, se trasladó al Sur profundo con su equipo (Court 13) y una cámara de 16 mm, y allí encontró su voz, en 2008. Tres años antes el Katrina había asolado Nueva Orleans en la última semana de agosto de 2005. El fallo estrepitoso del sistema de diques instalados por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército contribuyó a incrementar el número de víctimas y las pérdidas materiales.
“Quiero llenar mi vida y mis películas de personas aventureras, valientes y con buen corazón. No importa si es un caos y todo se descontrola porque lo pasas con personas a las que quieres y, al final, la película acaba siendo aventurera, valiente y con buen corazón, lo que me parece más importante que un movimiento de cámara impecable. Este concepto está presente en todo el proceso de realización de Bestias del sur salvaje. Mi idea de hacer cine es fabricar una energía, un sentimiento, una forma de ser que se acople a las personas que hacen la película conmigo. Se trata de inventar una realidad y poblarla con las mejores personas que conozco”.
Tras su reconocimiento en el festival de Cannes (premio Cámara de Oro, FIPRESCI de la crítica internacional, de la Juventud, mención especial del Jurado Ecuménico), la película aspira a cuatro Oscar (película, director, guión adaptado y actriz).
Así las cosas, he de decir que me parece una obra irregular. Tiene elementos valiosos y otros que no me lo parecen. De entrada, me resulta innecesariamente larga o, mejor dicho, alargada: a todas luces un cuento es breve por naturaleza, y cuando te empeñas en alargarlo, si quieres que se vea bien como largometraje, debes darle una estructura dramática distinta y un diseño de personajes (una construcción, un arco) diversos. Zeitlin lo intenta (el viaje de la pequeña Hushpuppy, del aislamiento inicial al contacto con los otros habitantes de La Bañera), pero le sale regular, con un primer acto demasiado extendido.
Del corto al largo
Zeitlin ha mantenido el estilo y las estrategias de Glory at sea. Y el problema es que, lo que se lleva bien durante 25 minutos, puede resultar soporífero en una hora y media. El recurso a la voz en off de la niña, junto a la música y planos de transición con una balsa que flota entre los restos de un mundo despedazado, es impactante y te va metiendo en un ambiente de enajenación, de pesadilla poblada por bestias que salen de las aguas, de homínidos (las personas que habitan la película son gente que gruñe embrutecida por el alcohol, niños rodeados de despojos que visten harapos y se alimentan como animales) que parecen destinados a la involución.
La dimensión mítica, el aire apocalíptico se apoderan de un relato sórdido y brutal, áspero y crudo, que convierte las imágenes en una especie de visiones sinuosas que un hábil montaje va sirviendo como sueños que salen del agua para volver a sumergirse sin que medie el paso por la vigilia.
Una película con un presupuesto de apenas 2 millones de dólares ha recaudado casi 12 en Estados Unidos y ha devuelto a la pasarela de los Oscar al llamado cine independiente norteamericano. Alguno podría apelar al ejemplo no demasiado lejano de Pequeña Miss Sunshine, pero es un caso distinto, porque en el fondo es un cine de major tuneado de indie.
Igual me equivoco, pero insisto en que lo que puede fascinar de Bestias del sur salvaje es una suma de elementos que van más allá de lo cinematográfico. Habrá que ver la próxima película de Benh Zeitlin, para comprobar si persiste en su cine experiencial, en lo que podríamos llamar «cine happening«.
Ficha Técnica
- Dirección: Benh Zeitlin,
- Guion: Benh Zeitlin, Lucy Alibar,
- Intérpretes: Quvenzhané Wallis, Dwight Henry, Levy Easterly, Lowell Landes, Pamela Harper, Gina Montana,
- Fotografía: Ben Richardson
- Montaje: Crockett Doob, Affonso Gonçalves
- Música: Dan Romer, Benh Zeitlin
- País: EE.UU.
- Año: 2012
- Distribuidora: Golem
- Duración: 92 minutos
- Público adecuado: Mayores de 16 años
- Estreno: 25/1/2013
Beasts of the southern wild